Como si de un Dilbert robótico se tratara, D4ve ve pasar la vida entre las cuatro paredes de una oficina, convertido en un empleaducho cualquiera que no puede aspirar a cambiar las cosas ni a marcar la más mínima diferencia en su entorno. En su caso, el hastío vital del hombre moderno se multiplica por dos, ya que D4ve no fue siempre un cero a la izquierda, sino que antaño fue un sanguinario robot de combate que ayudó a aniquilar a todo bicho viviente de la galaxia, hasta que el universo entero quedó postrado a los pies metálicos de sus congéneres. Fue precisamente a partir de ese momento cuando las cosas empezaron a ir cuesta abajo. Él mismo lo explica en un acertado diálogo: “Ante la ausencia de depredadores, básicamente nos volvimos… humanos. Sin el menor interés por aprender o crecer, pues no estábamos programados para eso.”
Este primer tramo del cómic, copado por la hilarante deriva existencial del protagonista, es lo mejor de todo el conjunto, con diferencia. Una combinación de humor inteligente, diálogos chispeantes y bastante mala uva, donde el guionista Ryan Ferrier da lo mejor de sí mismo. En esas páginas, además, podemos asomarnos brevemente a ese mundo tan parecido al nuestro, pero gobernado por robots, y a las vicisitudes familiares de D4ve, que debe lidiar con su iracunda esposa y con su apático hijo adolescente, adicto a deportes juveniles como los videojuegos de lucha y la masturbación. Ahora bien, cuando parece que la vida de D4ve va a seguir siempre igual, la situación pega un giro de 180 grados con la llegada a la Tierra de unos alienígenas invasores, feos como demonios y con una mala hostia de aúpa. Lo que para cualquier otro supondría una situación espantosa, a la que solo cabría responder escondiéndose debajo de la cama, para D4ve es una oportunidad de recuperar la grandeza de antaño. Y vaya si la aprovecha…
A partir de ese momento, D4ve y su hijo 5cotty entran en acción para detener a los extraterrestres, sin el menor miramiento por su seguridad ni por la de los demás. Cobran entonces protagonismo los desmembramientos lúdicos, las palabras malsonantes, las armas de tamaños desproporcionados y las persecuciones vertiginosas. Pese a que hay algunos momentos de respiro, en las que se sigue ahondando en la relación de D4ve con sus allegados, en esta segunda mitad del cómic lo que prima es la acción descerebrada y el divertimento insulso. Esto provoca que la recta final del cómic se haga un poco larga y reiterativa, y aunque no llegue a empañar del todo el conjunto, sí desmerece la senda marcada durante la primera mitad, cuando la trama tenía mucha más chicha y mucho más trasfondo, dentro de su hilaridad.
El apartado gráfico, que le sienta como un guante a la historia, corre a cargo de Valentín Ramón. Lo más destacable de su labor es la enorme expresividad que aporta a los personajes, y que se sustenta principalmente en su lenguaje corporal, puesto que, como en el caso de D4ve, apenas cuentan con rasgos faciales. Ramón nos ofrece un acabado muy dinámico y colorido, que logra mantener en pie el segundo tramo de la historia, a pesar de que el guion flaquee. Con todo, ‘D4ve’ resulta ser un tebeo fresco, divertido y original, si bien no termina de cumplir las expectativas que se crean durante las primeras páginas, ni aprovecha del todo las posibilidades de una premisa cuanto menos singular. Respecto a la edición de Sapristi, me gusta el tacto rugoso del papel elegido, pero la verdad es que podrían haberse esmerado un poco más con el acabado de las cubiertas, que parece más propio de uno de los retapados de antaño.
D4ve
- Autores: Ryan Ferrier y Valentín Ramón
- Editorial: Sapristi
- Encuadernación: Rústica
- Páginas: 128
- Precio: 16,90 euros