A sabiendas de que iba a ser un argumento que utilizaría en futuras entregas de esta nueva edición de ‘La espada salvaje de Conan‘ con la que Panini está dejando tremendamente felices a los amantes del bárbaro creado por Robert E. Howard, no fui muy pródigo en el texto que dediqué al primer volumen en lo que a analizar el trabajo de John Buscema para el personaje, decantándome por hacer lo propio con un Barry Windsor-Smith que, con su adaptación de ‘Clavos Rojos‘, conseguía uno de los mayores hitos de la trayectoria en viñetas del cimmerio. Pero, como digo, eso fue entonces —un entonces de hace poco más de un mes, de acuerdo, pero un entonces a fin de cuentas— y esto es ahora, y ahora ha llegado el momento de hablar de uno de los artistas más grandes que ha dado el mundo del cómic yanqui.
Cuando llega a las páginas de ‘La espada salvaje de Conan’ en 1974, Buscema es ya, a sus más de cincuenta años, un artista consumado. Avalado por una trayectoria de dos décadas, que había explotado con toda su fuerza poco menos de diez años antes en las páginas de ‘Los Vengadores‘, podría parecer que el dibujante que llega a Conan —y no olvidemos que no sólo a ‘La espada salvaje…’ sino también a ‘Conan el Bárbaro‘, dos colecciones de las que llegaría a dibujar más de 100 números…en cada una— lo hace ya con un estilo completamente asentado que no necesita de más pulidos ni de más búsqueda de innovaciones narrativas. Podría parecerlo, pero sería una intuición completamente falsa: siempre inquieto, siempre al acecho de mejorar sobre el tablero, lo que vemos de Buscema en las páginas de los dos volúmenes que aquí reseñamos es, a falta de epítetos mejor elegidos, BESTIAL: resulta asombroso, y más a ojos de alguien que, después de más de tres décadas de lectura de todo lo habido y por haber, cree que pocas cosas pueden sorprenderle, asomarse a planchas de más de cuarenta años y alucinar con unos lápices tan trabajados, tan sumamente expresivos, tan pendientes del más mínimo detalle al tiempo que nunca descuidan la claridad narrativa ni se convierten en estorbo para que la acción discurra con una fluidez extrema.
De hecho, el estar concebidos en blanco y negro —en glorioso blanco y negro, que diría alguno— permite apreciar de manera sublime la delicadeza con la que Buscema pasea el lápiz y las tintas por el papel, haciendo de cada viñeta un hecho artístico enorme, de cada plancha, una obra de extrema belleza. Esto, dicho de un tebeo en el que la violencia está a la vuelta de cada batir de página, confiere aún más empaque a un producto que raya a un nivel que muy pocos dibujantes han sabido alcanzar, máxime si consideramos que, en su época de mayor productividad, Buscema era capaz de dibujar hasta ¡¡¡cuatro series al mes!!, algo impensable hoy en día hasta para el artista más rápido que habla, cuando uno atiende a la suprema calidad de lo que aquí vemos, del sobrenatural y descomunal talento del estadounidense.
Tan desproporcionado es lo que Buscema consigue, que casi me atrevería a decir que si lo que Roy Thomas escribía hubiera sido basura infecta, no habría influido lo más mínimo en el resultado final: Buscema era a los cómics como Jerry Goldsmith a la música de cine, daba igual la película que se le pusiera por delante, si un blockbuster en toda regla o una cinta de muy modestas ambiciones, él era un profesional de los pies a la cabeza y daba todo lo mejor que tenía, SIEMPRE. Pero, afortunadamente, lo que Thomas redacta está más que a la altura de las circunstancias y, siempre respetuoso con la personalidad «Howardiana», nos ofrece unas aventuras de esas que, descubiertas por primera vez en el caso del que esto suscribe son de lectura enérgica y furiosa.
No puedo terminar sin hacer mención a la aparición de otro GRANDE de la página aviñetada en el tercer volumen que mencionamos aquí: Alex Niño. El filipino, que dejara páginas de enorme calado en ‘1984‘, ‘Creepy‘ o ‘Vampirella‘, cuaja aquí un relato plagado de esa espectacularidad compositiva que tanto caracterizó su trayectoria, y las casi 30 páginas de ‘People of the Dark’ se alzan majestuosas para elevar aún más una calificación que ya sobrepasa por derecho el sobresaliente. Sólo me resta por decir una cosa…no veo el momento de hincarle el diente a la cuarta entrega. Y eso, para alguien que nunca «fue muy del Conan clásico«, es toda una SORPRESA.
La espada salvaje de Conan vol.2
- Autores: Roy Thomas, John Buscema et al.
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 208 páginas
- Precio: 18,99 euros en
La espada salvaje de Conan vol.3
- Autores: Roy Thomas, John Buscema et al.
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 248 páginas
- Precio: 19 euros en