'Contrition', el condado de los malditos

Más allá de esa Sicilia que a pesar de su belleza y el paso del tiempo sigue sintiendo sobre ella el peso de la sombra de la mafia y ese pasado de Australia, ya entre el hecho histórico y la anécdota que ha dado hasta para el prototípico chiste en Los Simpson, como colonia penal; reunir en un mismo punto a delincuentes, fuera de centros carcelarios, y antiguos delincuentes no resulta, digamos, habitual. Pero las medidas que establecen las leyes de Florida respecto a aquellos antiguos reos condenados por determinados delitos sexuales tras cumplir su pena, estando prohibido que vivan a menos de 1000 pies (unos 300 metros) de cualquier centro escolar o de recreo, favorecen que estos se concentren en zonas muy concretas. Este es el caso de Contrition, una pequeña localidad de Palma beach, en la que se va a desarrollar una historia que arranca como un thriller pero cuya trama nos va a llevar por unos terrenos tan oscuros como inesperados.

Esta no es la crónica del día a día de unas personas que intentan retomar sus vidas ante una normativa que suma al alejamiento de determinadas zonas el que sus viviendas estén marcadas por un cartel bien visible que les califica literalmente como depredadores sexuales convictos, casi una suerte de versión contemporánea de la letra escarlata, dificultando tanto su integración como conseguir un trabajo para mantenerse (y el que lo logra suele ser en campos muy concretos). Tampoco es un cómic que generalice, presentando casos tan dispares como el de aquel que casi viviendo en la calle agradece el mero hecho de no estar en prisión, el que sigue manteniendo a la bestia dentro o el que ha conseguido a su manera ser parte de la comunidad, a pesar de las comprensibles reticencias de más de uno.

‘Contrition’ echa mano de una trama que arranca con un incendio en el que fallece un hombre, pero cuya identidad a pesar de los numerosos indicios que parecer probar ha sido provocado, motiva que la policía descarte pronto una investigación, ya que el difunto es una de tantas personas no gratas que habitan el pueblo. Pero por supuesto esto no acaba aquí. Marcia, una periodista con un trabajo anodino ve en esta la exclusiva que puede cambiar su vida, y descubrirá no solo que el fuego ha sido provocado sino que este puede ser la tapadera de algo que puede ir más allá y que no afecta solo al difunto. Algo que hará que Marcia empiece a hipotecar su vida en más de un sentido y que la llevará a descubrir algo casi imposible de sospechar. Así es el perfecto arranque de una obra que prueba que la sordidez no es patrimonio de grandes urbes y callejones oscuros sino que puede ocultarse en el último recoveco de la tierra de los naranjales, los jubilados y los parques de atracciones.

‘Contrition’ es una compleja reflexión sobre la redención y ese remordimiento que da título al cómic, sobre la capacidad de evolucionar, de juzgar y la posibilidad de perdonar. Un cómic que sin ser explícito en ningún momento, a pesar de un contexto tan turbio como presenta, está lleno de escenas escalofriantes presentadas con una naturalidad pasmosa, de esas que duele hasta leer, y que trata asuntos tan dolorosos y controvertidos como el acoso escolar, el ciberacoso o la pederastia. En un universo dominado por dioses crueles que hacen que tras la tragedia esta se duplique por obra y gracia de la casualidad, sus personajes se ven en la tesitura de poder adoptar el rol de la divinidad y erigirse en juez, jurado y verdugo de los demás y de ellos mismos, pero también de tomar las riendas de su propio destino, aunque más de uno con acepte este rol, y cambiar el que parece un futuro prefijado.

Y al servicio de este guión, lleno de diálogos desarmantes, un dibujo de tinte realista pero desapasionado, en blanco y negro, que casi le da un tinte documental que se ajusta perfectamente a una historia que engancha pero que no es fácil de contar. ‘Contrition’ es un cómic que escuece como vinagre en una herida, que usa un lenguaje heredero del género negro para llevarnos a un viaje lleno de giros inesperados que nos deja una extraña sensación de clausura tras ver chispas de lo peor y lo mejor del ser humano. Historias así piden película…al tiempo.