Imposible señalar, al menos con nuestro limitado conocimiento, dónde acababa la tarea de uno y empezaba la del otro, por más que, a título personal, me inclinara a pensar que la intervención de James Tynion IV era poco menos que testimonial, es indudable que el trabajo alimón que el guionista realizó junto con Scott Snyder a bordo del ‘Batman‘ de las Nuevas 52 sirvió, como poco, para que se foguerara, y de qué manera, en unos terrenos, los del tebeo de superhéroes, que después ha sabido cultivar como nadie. Porque, y esto es algo que ya hemos comentado muchas veces en los últimos años al cierre de cada período de 12 meses, lo que Tynion vendría a regalarnos a los lectores, toda vez trascendido el Rebirth, en las páginas de ‘Detective Comics‘ es, a ojos de este redactor, una de las tres etapas más grandes que ha conocido el Hombre Murciélago en papel impreso. Un trabajo redondo, que se rubricaba de manera magistral por un equipo artístico en perpetuo estado de gracia —lo de Eddie Barrows y nuestro Álvaro Martínez Bueno, no era ni normal— y que, ahora mismo, está encontrando de nuevo ESPECTACULAR acomodo en las páginas de una ‘Batman‘ que, al menos hasta la conclusión de ‘Joker War‘, no ha dejado duda alguna acerca de las inmensas dotes de Tynion para dar con las voces correctas a la hora de hablar de Gotham y sus criaturas.
Pero el talento del estadounidense para las sombras y los rincones tenebrosos ya encontró también un espléndido exponente en las páginas de esta ‘Constantine: Hellblazer’ que ahora recopila ECC en un volumen la mar de simpático y entretenido que lleva a John Constantine de las más lóbregas calles de la Gran Manzana, a las avenidas de Los Ángeles pasando, en el ínterin, por todo un rosario de etapas infernales que pondrán a prueba el talante cínico, maleducado y siempre atractivo del mago de idiosincrasia más peculiar del Universo DC.
De nuevo, como pasara en las páginas de ‘Batman’, que Tynion colabore aquí con Ming Doyle hace imposible determinar el auténtico calado y alcance de su trabajo, pero ante unos guiones que discurren con la fluidez con la que lo hacen los que aquí podemos leer, poco importan las atribuciones de uno u otro escritor si el resultado, desenfadado, cáustico y elocuente como el sólo, permite pasar un rato de lectura de esos que saben que no dejarán mucho poso en tu memoria tebeística…ni falta que les hace. Porque, señores, no todo en esta vida lectora nuestra tiene que ser trascendente y pervivir en la memoria más allá de lo razonable. No. Lecturas como ‘Constantine: The Hellblazer’ —por cierto, dibujada maravillosamente cuando es Riley Rossmo el encargado de adornar las páginas con su personalísimo estilo— son de esas que intercalar entre otras más sesudas, configurando así un panorama mucho más apetecible del que sólo tendríamos si todo fueran hostias como panes entre superhéroes imposibles o historias relevantes de esas que nos emocionan y, en cierto sentido, son capaces de cambiarnos la vida. Entre una y otra, hay lugar para demonios, diablesas, sexo porque sí a dos bandas, a tres o a las que toque —genial el detalle de la obvia bisexualidad de Constantine—, niveles y más niveles de un infierno desternillante, ángeles que no tienen pulmones y aún así no soportan el humo del tabaco y todo un rosario de personajes que, habituales en las páginas de ‘Hellblazer’, funcionan a la perfección en las expertas manos de Tynion y Doyle. ¿Se puede pedir más?
Constantine: The Hellblazer
- Autores: James Tynion IV, Ming Doyle, Riley Rossmo et al.
- Editorial: ECC Ediciones
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 328 páginas
- Precio:34 euros