Salvo la enorme, prolongada y ya legendaria estancia con la que Garth Ennis llevó a John Constantine a alturas que nunca antes había conocido —y, seamos francos, nunca después volverá a conocer— no ha sido el detective de lo oculto santo de mi devoción en las dispares aproximaciones que he hecho a puntos de su recorrido en viñetas. Sí, disfruté como un enano de aquella gamberrada de Brian Azzarello y Richard Corben o de lo que Sean Murphy tuvo que decir junto a Si Spencer en su fugaz paso por la vida del antihéroe por excelencia del universo DC pero, más allá de tan puntuales y breves ejemplos, nada de relevancia he encontrado nunca en ‘Hellblazer’ que me haya movido a la lectura continuada de la cabecera.
Ahora es cuando, normalmente, diría que a esas excepciones vino a sumarse lo que Jeff Lemire y Ray Fawkes plantearon con el personaje cuando hubo que reinterpretar sus claves para acomodarlo en ese largo y muy fallido experimento que ya hemos dicho hasta la saciedad que fueron las Nuevas 52. Sí, es cierto que leyendo estas páginas se ven las buenas intenciones de la pareja de guionistas por tratar de separarse de todo lo anterior —una separación que se nota, sobre todo, en el aspecto visual del cómic, que en mano de artistas como Renato Guedes, Aco o Juan Ferreyra, nada tiene que ver con aquello a lo que podríamos llegar a definir como el «estilo Hellblazer» cuando la colección campaba a sus anchas en Vertigo— pero, al mismo tiempo, uno no puede desprenderse de la sensación de estar caminando en zapatos usados que, por mucho betún y brillo que puedan tener, ya han recorrido millas. Es bien evidente que a los incondicionales del personaje poco o nada tendrá que pesarle esta circunstancia, pero el lector que busque algo diferente, no lo va a encontrar, al menos de forma plena.
De hecho, en ese intento por derivar a otros derroteros, Lemire y Fawkes acercan aquí y allá los postulados de la cabecera a algo que, con tal de innovar, termina pareciéndose más a un tebeo de superhéroes al uso que a algo remotamente ligado al legado de Hellblazer, convirtiendo al empedernido fumador en un «desfacedor de entuertos» más de tantos como pueblan el Universo DC. Pero, cuidado, aunque las tonalidades que envuelven mi discurso sean algo lóbregas, todavía hay mucho que salvar de un título entretenido a rabiar, muy bien dibujado en términos generales —la incursión de Ferreyra, debilidad personal, es magnífica— y que, aún con un Lemire en piloto automático que nada tiene que ver con, por ejemplo, el que vimos junto a Scott Snyder en ‘Animal Man‘ o, mucho menos con ese que no paramos de encontrarnos mes a mes en cualquiera de las series que actualmente comanda, aún es mucho Lemire.
Constantine
- Autores: VVAA
- Editorial: ECC
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 464 páginas
- Precio: 42 euros