‘Conan y el pueblo del Círculo Negro’, prescindible adaptación de R. E. Howard

Planeta sigue ofreciéndonos recopiladas las series regulares que ha ido editando Dark Horse en Estados Unidos sobre el personaje de Conan. El momento álgido de este revival del cimmerio de Robert E. Howard fue la serie regular iniciada por Kurt Busiek y Cary Nord, que lograron acercarse al espíritu pulp de los relatos originales. Después, han llegado nuevas adaptaciones a cargo de diferentes autores, pero siempre como punto en común el intentar un back to basics tomando como punto de referencia de nuevo los relatos del texano Howard.

Como novedad, tenemos en las librerías la recopilación de la serie ‘Conan y el pueblo del círculo’ (que adapta el relato homónimo ‘Conan and the People of the Black Circle’). Los guiones van a cargo de Fred Van Lente y los dibujos, de un viejo conocido, Ariel Olivetti (‘Cazador’ en sus orígenes historietísticos argentinos, ‘La última historia de los Vengadores’, ‘Daredevil’, ‘Cable’, etc.). Ambos autores han cogido uno de las historias canónicas de Conan para darle una nueva vida.

¿Qué ocurre en ella? Tras el asesinato del rey de Dendhya, la hermana de éste, Yasmina, jura vengarse de su asesinato. Sin embargo, sus planes se van al traste cuando Conan, ahora jefe de guerra de los afghulis, la rapta para intercambiarla por unos rehenes. En poco tiempo, el bárbaro se ve perseguido po hechiceros siniestros, sanguinarios mercenarios y todo un ejército que le sigue la pista.

Quizá por ser un lector casual de Conan es por lo que no veo el interés que ha suscitado esta miniserie. La trama me parece complicada y llena de referencias al universo de R.E. Howard que se me escapan y que no aportan sino farragosidad a la lectura. La narrativa no acaba de encontrar su propio ritmo, y los personajes quedan como desprovistos de alma, sobre todo Conan, que es retratado por Olivetti con ese característico flequillo que le da un aspecto de cateto que me desagrada profundamente.

Sí que es verdad, por otra parte, que uno de los atractivos principales de la historia, por lo demás, es el fascinante e hiperbólico dibujo del argentino. Es cierto que con los años ha ido puliendo ese estilo exagerado y grandilocuente, con un control soberbio del color, pero a veces peca de ser demasiado rígido en las expresiones o los movimientos. A veces parece que se nos han escamoteado secuencias o alguna escena. Tampoco entiendo por qué los autores (o el dibujante) nos escamotea un par de desnudos que podrían haber aparecido naturalmente sin chirriar, y contribuir así al toque exótico de la serie. Olivetti está en esta serie, más que nunca, en deuda con Richard Corben o los hermanos Hildebrandt, dos de las influencias que adivinamos en sus lápices.

Pero de todas formas, ni guion ni dibujo acaban de convencerme en esta adaptación. Le encuentro floja, falta de vida, acartonada y confusa. Reitero: sólo soy un lector casual de Conan, por lo que puede ser que mis impresiones se deban a esto.