Aún teniéndose que medir con algunos de los nombres que vimos hace unas semanas cuando dedicamos estas líneas a revisar el volumen de las aventuras de Conan firmado por Brian Wood, si hay una cualidad con la que el trabajo de Timothy Truman para con el bárbaro más famoso de la historia del cómic —y el cine, y la literatura— parte con ventaja con respecto a lo que el guionista de ‘Northlanders’ conseguía en su etapa al frente del personaje esa es, sin lugar a dudas, la coherencia visual: veíamos entonces que eran muchos los artistas que dejaban su impronta en las diversas historias con las que el hábil escritor rellenaba los huecos dejados por Robert E.Howard en el relato de las aventuras de Conan junto a Belit, e incluso llegábamos a lamentar que, teniéndolos por sobresalientes en términos generales, no hubiera habido una mayor voluntad por parte de Dark Horse de limitar el abanico gráfico a los, en nuestra opinión, tres mejores que pasaban por allí.
Pero, afortunadamente, dicho baile de nombres queda obliterado a lo largo de 600 páginas en las que sólo una firma, la del argentino Tomas Giorello, controla —y de qué manera— la forma en la que los guiones de Truman son traducidos en viñetas. Ambos ya se habían fogueado previamente en tierras hybóreas con varios de los números de la serie regular que arrancara bajo el mandato de Kurt Busiek, y ya entonces habíamos podido apreciar la magnificencia de un trazo que sabía perfectamente cuando controlar hasta el más mínimo detalle de las viñetas y cuando soltarse en aras de una mayor espectacularidad potenciada, qué duda cabe, por el fastuoso tratamiento que José Villarrubia aportaba al color de las planchas. Dichas cualidades permanecen intactas en las páginas de ‘Conan Rey’ e incluso se ven aumentadas por las muchas ocasiones en las que Giorello nos sorprende con dobles splash-pages de esas claramente dispuestas para hacer caer la mandíbula al lector.
Lo portentoso de la narrativa del artista, unido a esa cualidad «sucia» de su trazo, consiguen que sean sus personajes los que, a nuestro entender, mejor capturen la esencia de lo que Howard planteaba en sus relatos, alzándose casi incuestionables como las mejores que hemos visto adornar una cabecera del cimerio sin que ello sirva, faltaría más, para desmerecer a nombres indispensables de las aventuras de Conan en papel como John Buscema, Barry Windsor Smith o Cary Nord: la forma de Giorello de encarar al bárbaro en las dos muy diferentes edades en las que aquí lo conocemos, así como lo imaginativo de un diseño que, apoyándose en todo lo que vino antes que él, logra dejarnos epatados en no pocas ocasiones, consiguen elevar a un nivel superlativo un volumen que, si sólo tuviera que ser juzgado por lo que plantea su guionista, rayaría a una altura más que considerable.
Los relatos en prosa y el cómic son dos animales completamente diferentes. Howard escribió largas secuencias narrativas que son cautivadoras y evocadoras; sin embargo, si nosotros hiciéramos lo mismo y representáramos las descripciones de forma tan detallada, el ritmo de la historia se enlentecería. Por esa razón. siempre me baso en lo que suelo llamara «aproximación teatral maestra», que implica mantenerse tan fiel al original como sea posible al tiempo que cambias esas cosas que, en la adaptación visual, pueden entorpecer al avance de la historia.
Timothy Truman
La cita anterior sirve para definir, al menos en parte, una de las mayores virtudes que coronan el trabajo de Truman: su capacidad para coger los textos de Howard y reinterpretarlos de cara a las muy diferentes necesidades que plantea narrar una historia en viñetas. Y digo en parte porque, sin lugar a dudas, lo que el escritor consigue aquí encierra muchas más virtudes de las que cabría derivar de la mera adaptación literal.
Como ya pasara con Wood, Truman hace suyo el estilo cargado de descripciones de Howard así como su descarnada brutalidad y lo visceral de sus tonalidades, y leyendo cualquiera de las historias que conforman este ‘Conan Rey’, pero en especial la soberbia adaptación que el guionista enhebra sobre ‘La hora del dragón’ — única novela que protagonizaría Conan y que, tachada desde siempre como lo mejor que escribió su creador, encuentra aquí un perfecto émulo—, no podemos evitar dejarnos seducir por la manera en la que Truman nos hace vibrar, sentir el acero golpeando la carne, la furibunda rabia y la indomeñable determinación del que estaba llamado a convertirse en rey de Aquilonia. Dichas páginas no sólo suponen el punto más álgido de un volumen soberbio, sino una de las más espectaculares interpretaciones que el noveno arte ha hecho jamás del legendario personaje. Y eso, considerando las ingentes cantidades de tinta y color que ya se han invertido desde esta disciplina en el bárbaro por excelencia, es mucho decir.
Conan Rey. Integral
- Autores: Timothy Truman y Tomas Giorello
- Editorial: Planeta Cómic
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 608 páginas
- Precio: 38 euros en