Hablamos hoy de Diego Agrimbau y de su fabulosa manera de entender la ciencia-ficción y no van a pasar ni 24 horas antes de que el guionista argentino vuelva a protagonizar una reseña merced a ‘El humano‘, la nueva obra que le ha unido otra vez con Lucas Varela —recordemos a los desmemoriados del lugar que ambos autores conjuraron hace cuatro años la fascinante y mayestática ‘Diagnósticos‘, una obra que, de haber existido los Premios Fancueva, se habría llevado de calle el de Mejor Tebeo en Español y, probablemente, el de Mejor Cómic del año. Es más, es que sólo un año más tarde, Varela volvía a ser protagonista de dicha sección que dedicamos a premiar lo mejor de los últimos doce meses gracias a ‘El día más largo del futuro‘, volumen sin palabras publicado por La Cúpula —la misma que edita ahora ‘El humano’— que nos dejaba mudos de asombro a los que a ella nos asomamos.
Dada la cercanía en el tiempo entre ‘Cieloalto’ y ‘El humano’, contemplé durante varios días la posibilidad de unificar ambos títulos en una única reseña como ya he hecho otras veces por razones de temática común o de una misma autoría como es es el caso que hoy nos ocupa. Pero tras mucho meditarlo consideré, no ya que la extensión de un texto «largo» —de seis párrafos o algo más— haría poca justicia a los dos volúmenes implicados; sino que, más que probablemente, alguno de los dos títulos, ya se antojaba como más que seguro acaparador de dicho número de líneas. Así que, vayan mis disculpas adelantadas si en algún momento de la reseña que dediquemos mañana a ‘El humano’, tiendo a repetir ideas de las que hoy queden aquí expuestas.
Adoro las historias de viajes espacio temporales como, creo, haréis muchos amantes de la ciencia-ficción: el mecanismo narrativo que postulara muy temprano en el género el gran H.G. Wells y que después ha tenido tantísimo predicamento tanto en la literatura como, sobre todo, en el cine, es de esos que, a poco que se haga bien, engancha al lector por su capacidad para hacernos soñar con la imposible posibilidad de desplazarnos en la cuarta dimensión y, cambiar el pasado o ver qué nos deparará el futuro. Agrimbau lo sabe, y lo sabe tan bien, que en lugar de plantear un relato que se ajuste a patrones típicos, trata —y a fe mía que consigue— de reinventar en cierto modo algunas claves del sub-género mediante una de esas ideas que sólo pueden ser calificadas de geniales: una ciudad lineal que se antoja infinita y en la que, al moverte por ella, vas atravesando secciones que, en un sentido, hacen que envejezcas un número determinado de años y en el opuesto, que los rejuvenezcas.
Nada más que ese planteamiento base ya daría para que estuviéramos un buen rato dándole vueltas al coco sobre las posibilidades de una tácita inmortalidad que aportaría el saber que, en cualquier momento, podríamos ir hacia atrás para volver a ser adolescentes o incluso niños. Sabedor de que tiene que introducir algo más para que su discurso funcione a más niveles y, como toda buena historia de ciencia-ficción, nos haga plantearnos ciertas reflexiones sobre nuestra realidad, Agrimbau plantea una semilla de la discordia en tan estratificada sociedad: hay gente que nace normal, que no envejece ni rejuvenece conforme avanza o retrocede en Cieloalto —llamada así porque está situado en una suerte de gigantesco puente a una altura indeterminada sobre el suelo…otra idea que, a priori innecesaria, da un juego sobresaliente— sino que lo hace de manera natural y que, por lo tanto, son vistos como extraños por los que tienen control sobre cuando quieren ser adultos o cuando niños.
Será el conflicto entre ambos polos de Cieloalto y, como toda historia que valga la pena ser contada, el amor a lo Romeo y Julieta entre un hombre y una mujer de tan diferentes sectores lo que, unido a otras disquisiciones, servirá a Agrimbau para ir haciendo avanzar un relato al que servidor sólo pondría una pega: su extensión. Y no, no me malinterpretéis, mis quejas no van hacia que ‘Cieloalto’ sea excesivamente larga. Antes bien, lo que hubiera deseado es que este maravilloso relato, con toda su carga poética —vaya finalazo— y su magnífico dibujo por parte de Pietro se hubiera prolongado más, abundando los autores en pasearnos con mayor intensidad por las calles de Cieloalto y ofreciéndonos más páginas de un tebeo que, desde ya, se sitúa entre mis títulos favoritos de ciencia-ficción de todos los tiempos. Sólo ese nimio detalle os debería dejar muy claro de lo que podréis encontrar si os dejáis seducir por esta sublime propuesta de Grafito Editorial y cuán raudos deberíais acudir a adquirir este superlativo tebeo.
Y, fijaos, como decía al comienzo, cinco párrafos…si es que me conozco…
Cieloalto
- Autores: Diego Agrimbau y Pietro
- Editorial: Grafito Editorial
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 88 páginas
- Precio: 15,20 euros en