'Cazadores de Gonzos', cachondeo en estado puro

Creo que no podría encontrar un título más apropiado que este para ‘Cazadores de Gonzos’, la nueva obra creada por Roger Bonet, Jordi Tarragona y David García. Ambientada en un mundo fantástico en donde humor e imaginación se dan la mano, como en los libros de Pratchett, nos cuenta la historia de una tribu de cazadores que se dedica a hacer pupita y picadillo a todos aquellos que sean nombrados por su cruento dios, el Devorador de Mundos.

El nombre de las víctimas se escoge durante una ceremonia en la que el chamán se comunica con él, pero ya sea porque se pasó con la dosis de peyote o porque el pobre ya estaba un poco mayor, el caso es que en las primeras páginas de este tomo le entra un paro cardiaco en plena comunicación astral y no consigue completar el nombre de la siguiente presa. Por suerte, uno de estos cazadores decide tirar de inventiva y entre los gorgojeos agónicos del chamán consigue desentrañar un nombre: el Gonzo.

Comienza entonces la cacería de esta criatura mítica, temible y posiblemente ficticia a cargo de los disparatados protagonistas de este cómic, entre los que destaca el tigre ninja que siempre la pifia cuando intenta poner en práctica sus habilidades. Pero si hay un personaje que sin duda brilla con luz propia ese es el Amo del Mal, que vive en la Torre Oscura, Casi Negra. Menudo despiporre cada vez que entra en escena, ojalá que sigan dándole cada vez más protagonismo en próximas entregas.

‘Cazadores de Gonzos’ cuenta con un ritmo ágil y desenfrenado y un sentido del humor cargado de referencias. Quizá la más inmediata sea la de Pratchett, al que ya cité al comienzo del post, pero para mí se trata sobre todo de un humor muy brugueriano, tanto por la sucesión de mamporros y enredos que se llevan los protagonistas como por ese inconfundible tono castizo que se percibe en muchas de sus coñas.

El guión en ese sentido es soberbio, aunque pierde algunos puntos con el salto temporal que se produce en la narración (que en un principio nos deja algo confundidos sobre el desarrollo de la historia) y el final, que resulta un tanto precipitado. Eso sí, ya sabemos que los autores andan trabajando en una segunda entrega del cómic, por lo que supongo que con ella podremos quitarnos la espinita de ciertos detalles que quedan por contar, como lo relativo al Gonzo.

Por lo demás, poco se puede decir sobre el magnífico dibujo de Jordi Tarragona que no salte a la vista. Tanto el diseño de los personajes, como su expresividad y el dinamismo en la composición de las páginas hacen de esta obra un rico alimento para los ojos. Con pulir ciertos acelerones en el ritmo de la narración y no bajar la intensidad del cachondeo, la secuela de este cómic puede convertirse en un indispensable de nuestras estanterías, en la sección de humor.