‘Batman. Puertas de Gotham’, una pequeña historia que quiere ser más

Plagadas, de una punta a otra, de pequeños arcos argumentales, de historias más o menos fuera de continuidad que querían llamar la atención sobre sus autores y que pretendían servir a estos de escaparate para sus habilidades, la tebeografía de los grandes personajes del Universo DC debe contarse tanto por las grandes gestas como por éstas limitadas incursiones como las que representa ‘Puertas de Gotham’. Relatos que, de alguna manera, sirven para añadir un somero matiz, un escueto apunte, a las ficticias biografías de caracteres como Batman pero que, por su propia condición, no traspasan las fronteras del tiempo más que como vehículo para los coleccionistas más recalcitrantes del caballero oscuro, esos que DEBEN tener todas y cada una de las acotaciones que DC ha ido publicando sobre el protector de Gotham a lo largo de las ocho décadas de antigüedad que el personaje arrastra tras de sí.

Como idea, el explorar la Gotham del pasado y traer sus resonancias al presente no es nada novedosa, pero el contar con Scott Snyder como parte fundamental del articulado del guión es suficiente garante de que, por mucho que su trabajo se vea complementado con el de Kyle Higgins y que el guión, el auténtico guión, venga firmado por Ryan Parrott, la huella del artífice de la magnífica etapa que Batman vivió durante las Nuevas 52 se asome aquí y nos deje una lectura amena, que sabe como manejar sus pocas armas para tratar de mantenernos intrigados hasta el final con la cuestión del posible culpable y que, en ese retrato de otro tiempo de «ciudad Gótica», es dónde mejor cautiva al lector y dónde más llega a interesar con la urdimbre que rodea a las grandes familias de la urbe.

El aspecto gráfico, firmado a cuatro manos por dos correctos Trevor McCarthy y Graham Nolan y un Dustin Nguyen al que le quedan pocos años para eclosionar con toda la potencia que le veremos en ‘Descender’, entronca en ese tono de modesta corrección que envuelve todo el conjunto, y nada estridente se le puede achacar a las páginas de cualquiera del cuarteto de dibujantes —me olvidaba de Derec Donovan— como tampoco nada brillante puede resaltarse de la regular ejecución que hacen de esta regular historia. Insisto, sólo para fans acérrimos del detective de Gotham.