‘Atila. El señor del Danubio’, barbarie y razón

Con ‘Vae Victis’ como mejor abanderada de la editorial en lo que a cómic histórico se refiere, que Yermo terminaría apostando por sacar a la luz más títulos de Jean Yves Mitton era sólo cuestión de tiempo. Y si Ponent Mon tomaba la delantera gracias al integral que la casa balear publicaba hace pocos meses de los cuatro álbumes de ‘Ben-Hur’ que Mitton firmaba como autor completo a finales de la pasada década; este primer integral de ‘Atila’ —de los dos que inicialmente están previstos a la espera de saber si la serie continuará en Francia más allá de su sexto álbum— sirve al guionista para acercarse a la fascinante figura del conquistador huno del s.V que en occidente se conoció como el Azote de Dios y del que se decía que por donde pasaba su caballo no volvía a crecer la hierba.

Explicada dicha expresión de forma más que elocuente en el transcurso de la lectura, ‘Atila’ pertenece a ese nutrido grupo de tebeos en los que el maridaje entre guión y dibujo no se produce de forma íntima, quedando el primero bastante por encima de lo que llega a ofrecer el segundo. De éste último lo que más llega a convencer al que esto suscribe es la elección de la gama cromática con la que se tratan las planchas, predominando unos tonos térreos que le van como anillo al dedo a la polvorienta y sucia historia que protagoniza el rey de la belicosa tribu oriental. Más allá de él —del color— lo que encontramos es un trazo pobre en la definición de la figura humana y mediocre en la concreción tanto de la composición de página como de una narrativa que lastra en exceso el ritmo de la lectura.

En lo que a Mitton respecta, la mezcla de elementos históricos y reales con el McGuffin que hace avanzar la trama —y que parte del fortuito encuentro entre Atila y una mujer-lobo cuyo origen es más que sorprendente— resulta en un relato ameno aunque quizás algo previsible y, por momentos, innecesariamente centrado en el personaje de Lupa, sobre la que llega a abundarse bastante más que en un Atila que casi queda perfilado por el conocimiento o la idea previa que el lector traiga de él antes de abrir el álbum. Con todo, un ejercicio estimable que nos acerca a un personaje histórico fascinante.