‘Arthus Trivium 2. El tercer mago’, genial giro hacia el fantástico

Tachábamos hace cosa de cuatro meses al primer volumen de ‘Arthus Trivium’, el nuevo proyecto guionizado por Raule, como otro enorme descubrimiento que sumar a los muchos álbumes publicados al otro lado de los Pirineos en los que la autoría española es completa. Y lo hacíamos, el calificar así al álbum —aunque quizás hubiera sido mejor haberse referido a él como re-descubrimiento, dadas las razones que aducimos entonces—, debido a lo espectacular y asombroso que resultaba el arte de nuestro compatriota Juan Luis Landa, un dibujante que cuajaba unas planchas de impresión capaces de dejar con la mandíbula desencajada al más pintado y que, en perfecta comunión con el trabajo del gran Raule en una historia que giraba en torno al legendario Nostradamus, alzaba la lectura hasta convertirla en un hecho tremendamente recomendable.

Bajo los mismos parámetros —todos, sin excepción— habría que hablar de un segundo volumen que, continuando la historia justo allí donde acababa la de las 56 páginas anteriores, esconde tan sólo un pequeño matiz diferenciador para con su antecesor: bien es cierto que la componente fantástica ya estaba muy presente en ‘Los ángeles de Nostradamus’, ya por poner en valor las profecías de tan controvertido personaje histórico ya por la aparición de ciertos elementos que alejaban a la lectura de la mera reconstrucción histórica; pero lo que allí era coqueteo, aquí es romance desaforado, y la inclusión de toda una hueste de demonios comandados por el que aparece en la portada con las manos en los hombros del protagonista, es un giro que, completamente inesperado, juega aún más en favor de hacer endiabladamente —perdonad el juego de palabras, es facilón, lo sé— entretenido a un volumen que, insisto, tiene a un singular valedor en el nombre y el superlativo arte de Juan Luis Landa.

Si el primero era RECOMENDABIlÍSIMO, este ya ni os cuento.