‘Archivos Estelares’, de la simplicidad en el HUMOR

De entre todos los profesores que tuve mientras cursaba mis estudios de arquitectura en Sevilla, sólo tres supieron como dejar cierta huella por su especial forma de amar tanto la docencia en general como la asignatura que impartían. Sin poder destacar a uno de ellos sobre los otros dos por cuanto todos tuvieron especial relevancia en aportar su granito de arena en dar forma a ciertas ideas y terminar de moldear otras, es hoy al que impartió ‘Historia del Arte y la Arquitectura I’ a quien he de traer a colación. Ello es debido a que siempre que me enfrento con un cómic cuyo dibujo no es su fuerte, recuerdo aquello que Carlos nos aclaraba cuando llegábamos a los artistas que rodearon a la revolución de la Bauhaus, afirmando con rotundidad que las experimentaciones abstractas de nombres como Kandinsky o Mondrian no eran sino el resultado de una evolución que había llevado a dichos artistas a perfeccionar tanto la pintura figurativa que ésta «se les había quedado corta».

No puedo afirmar si ese es el caso de Flavita Banana y si la artista controla tan a la perfección los cánones clásicos de dibujo y anatomía que ha decidido saltárselos a la torera para hacerse un nombre con sus ilustraciones cargadas de humor con mayúsculas pero ejecutadas con cuatro trazos que, engañosamente, parecen dispuestos al azar y de forma casi aleatoria sobre el papel en blanco. No puedo afirmarlo, pero me gusta pensar que detrás de la enorme carga de efectismo que atesoran casi la totalidad de las 208 páginas que conforman este ‘Archivos estelares’ hay un proceso de extrema depuración que, entre otras cosas, ha llevado a la dibujante a prescindir de toda corrección para volcar las tintas, no en cómo traslada una idea, sino en qué idea quiere trasladar.

Sea o no así, lo cierto es que la elocuencia y lucidez que gasta la dibujante barcelonesa conocen pocos iguales en el panorama del humor gráfico español —ahora mismo sólo me vendría El Roto como otro de esos nombres que han hecho de la depuración formal su máxima— y soltar sonoras carcajadas ante lo que aquí encontramos es tan inevitable como quedarse pensativo tras pasar la mirada por algunas de las muchas geniales planchas que conforman esta recopilación que ¡Caramba!, como siempre, edita con especial esmero: ya sea de boca del Diablo o la choni, ya de una de esas mujeres de melena incontrolable y verborrea incontrolada, ya a través de la ausencia completa de palabra, Flavita Banana hinca su mordaz dentada en la realidad que nos rodea y saca a relucir los trapos más sucios y malolientes de este mundo hiperconectado en el que vivimos y, al hacerlo, nos hace mirarnos en el espejo y reconocernos como parte de él. Sólo por eso, porque seamos conscientes por un instante de quiénes somos bajo nuestro particular disfraz —ese que todos llevamos y que ninguno admitimos vestir—, ya vale la pena acercarse a un volumen que guarda muchas más sorpresas. ¿Recomendable? No…OBLIGADO.