‘¡Adelante! Edición integral’, culebrón decimononesco

Si hubiera que apuntar cuál es la razón principal por la que un lector debería acercarse a priori a este integral de ‘¡Adelante!’ esa sería, sin duda alguna, el que esta historia que discurre en el valle del Guadalquivir durante la invasión francesa de principios del siglo XIX viene firmada por Frank Giroud, co-responsable de la muy interesante ‘Página negra’ y firmante de una de las obras europeas de mayor calado de los últimos cinco años, la magistral ‘El Ángelus’, un título que ya por sí sólo justificaría depositar en el escritor una confianza ciega hacia cualquier empresa futura en la que incurra. Una confianza que aquí, desafortunadamente, se ve algo mancillada por cuanto, como reza el titular, lejos de encontrar aquí una intriga a la altura de lo que le habíamos leído hasta la fecha, lo que Giroud pone en pie es un culebrón de padre y señor nuestro que, en última instancia, no convence.

Inserto en la realidad histórica de la intentona de Napoleón de anexionarse un país más en su convencimiento de que estaba llamado a ser el más grande emperador que había conocido Europa, ‘¡Adelante!’ nos presenta a Ángel, un líder revolucionario ficticio que luchará contra las tropas de José Bonaparte y, por ejemplo, tendrá un relevante papel en la decisiva batalla de Bailén, acaso el episodio más fascinante de cuántos nos traslada Giroud en unas páginas de las que habría también que destacar tanto el fidedigno tratamiento que el escritor hace de toda la jerarquía de la época y de los modos en los que actuaba la aristocracia terrateniente, como la precisión con la que Javi Rey reconstruye los paisajes —tanto de espacios abiertos como urbanos— por los que va discurriendo la acción.

De hecho, el fuerte de Rey queda puesto en valor mucho más por la soberbia concreción que realiza de los escenarios que por lo que atañe a sus figuras humanas. No es que éstas incurran en errores de bulto, ni mucho menos, pero cierta estatismo en su acabado termina afectando a la fluidez de la narrativa y se une a aquello dónde el guión cojea —de nuevo, como reza el titular, en un talante «culebronero» que dónde mejor queda expuesto es en lo arquetípico y anticipable de la verdadera identidad del padre del protagonista— para disminuir ostensiblemente las buenas sensaciones que las fortalezas del volumen destilan y, en última instancia, conseguir que en no pocos momentos cueste avanzar a buen ritmo en la lectura de ‘¡Adelante!’.