Ya nos los advierte el narrador de este cómic, que se inmiscuye de vez en cuando en la narración a modo de director de escena, antes de que nos llevemos a engaño con respecto al protagonista: “Adam Clarks es mucho más que un seductor y un periodista mundano”. Y es que el personaje creado por Régis Hautière y Antonio Lapone esconde una peculiar faceta bajo su fachada de joven elegante de sonrisa irónica y gusto por codearse con la jet set: es un ladrón de guante blanco que actúa movido por una curiosa filosofía, la de sustraer objetos de muchísimo valor a magnates ignorantes que solo los quieren por aparentar. Al comenzar esta historia ya le tiene echado el ojo a uno de estos objetos, un enorme rubí de 100 kilates, y para hacerse con él pone en marcha un ingenioso plan que desemboca en una aventura que combina ingredientes tan singulares como la CIA, la KGB y el primer vuelo a Marte.
El mundo al que nos asomamos en las páginas de este álbum es, cuanto menos, peculiar. Nos encontramos a principios del siglo XXI en una megalópolis llamada Majestik City, donde los rascacielos cobran tintes futuristas y donde ya existen los coches voladores. Al mismo tiempo, el telón de acero aún no ha caído, y el enfrentamiento entre los bloques capitalista y comunista es más tenso que nunca. Esa concepción retrofuturista se potencia con creces en las planchas ilustradas por Lapone, con unas composiciones de página muy expresivas y un estilo de dibujo que navega del cartoon al vintage sesentero, que evoca la estética de series televisivas como Mad Men, y que sin duda gustará a los seguidores de historietistas como Daniel Torres y Miguel Calatayud. El color, protagonista de excepción en este cómic, dota de personalidad al conjunto saltando de los tonos fríos a los cálidos según la atmósfera de cada pasaje. El acabado gráfico es el punto fuerte de este álbum, que podemos paladear en todo su esplendor gracias al colosal formato (24,5 X 32,5 cm) que ha empleado Dibbuks para la ocasión, y eso que es ligeramente inferior al de la edición original de Glénat.
La trama avanza a la velocidad del rayo y ello provoca que la lectura se pase casi en un suspiro, dejándonos el regustillo de las aventuras del primer James Bond o de la televisiva Misión Imposible. La pega, tratándose hasta la fecha del único álbum publicado sobre el personaje, es que apenas rozamos la superficie de la personalidad de Adam Clarks, y al llegar a la última página nos quedamos con ganas de saber más, de acompañarle en una nueva aventura. De momento, solo sus creadores saben si volveremos a tener esa oportunidad. Mientras tanto, los amantes de las historias de robos y espionaje, aquellos que busquen personajes con carisma, conspiraciones, argucias, y todo ello regado con un chorrito de acción, se verán saciados con estas páginas. Y a modo de recomendación personal, nada mejor que acompañar esta lectura de una buena banda sonora. El propio Adam Clarks nos da una pista de la música que encajaría bien con su historia, al sostener en una viñeta un vinilo de Donald Fagen, músico norteamericano de pop-rock y jazz. Súmale algunas pinceladas de smooth jazz y de soul setentero, y obtendrás el ambiente perfecto para disfrutar al máximo de este cómic.
Adam Clarks
- Autores: Antonio Lapone y Régis Hautière
- Editorial: Dibbuks
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 64
- Precio: 20 euros