’11-M La Novela Gráfica’, merecido homenaje

Enfrentarse a la lectura de una obra como 11-M La Novela Gráfica supone un duro ejercicio ya que no se trata de un comic de ficción. Aquí no hay súper héroes que lleguen en el último momento para salvar la vida de los que están en peligro. Todo el mundo sabe cómo acaba la historia, los acontecimientos que tuvieron lugar el fatídico día dejaron un reguero de fallecidos que nunca supieron que les golpeó. La publicación por parte de Panini de un documento como este se convierte en el mejor homenaje que se le puede hacer a esas víctimas, una suerte de documental ilustrado que intenta arrojar algo de luz a toda la trama terrorista que se esconde tras aquellos atentados.

A primera hora del 11 de marzo de 2004, los medios de comunicación empezaban a dar las primeras noticias de lo que parecía el peor ataque terrorista que había sufrido nuestro país. Poco a poco y en medio de la confusión y el caos surgían todo tipo de teorías. Muchas fueron las especulaciones hasta que finalmente llegaba la confirmación: tras las distintas explosiones se encontraba un grupo de terroristas radicales islámicos. La sensación de deja vu al recordar lo ocurrido en los Estados Unidos años antes nos hacía preguntarnos cúal era la razón por la que esta vez nos había tocado a nosotros.

11-M La Novela Gráfica huye de cualquier intento de ahondar en el morbo y en la parte sórdida de la historia, su función es, sobre todo, informativa. Tal y como explican a lo largo del comic, la intención que se fijaron los autores al acometer el proyecto fue la de mostrar al público cómo ocurrió todo, los posibles motivos que llevaron a los terroristas a actuar de la manera que lo hicieron y las distintas fases de la investigación policial que tuvo lugar.

Para ello, los guionistas Pepe Gálvez y Antoni Guiral abordan el tema desde el punto de vista más humano usando tres personajes ficticios que serán los que lleven el peso narrativo de la historia: un periodista, el familiar de una de las víctimas y un policía cuya presencia es de vital importancia al ser la excusa perfecta para unir toda la trama. Investigaciones que llevarán al lector hasta el 31 de octubre de 2007, día en el que se celebró el juicio donde todas las conclusiones fueron expuestas en una sentencia de más de 700 folios.

La parte gráfica recae sobre Joan Mundet y Francis González que con un estilo muy realista consiguen crear una recreación perfecta de todo el proceso, tanto, que incluso en algunas páginas se ha optado por utilizar la técnica del fotomontaje. Un trabajo notable en el que todas las partes implicadas han dado lo máximo para que el resultado final esté a la altura de lo que se merece. Un homenaje a todas esas víctimas que gracias a iniciativas como esta novela gráfica dejarán de ser anónimas. Va por todos ellos. [A]