Viernes tarde. Primera sesión de ‘Spider-Man: Un nuevo universo’ (‘Spider-man: Into the spiderverse’, Bob Persichetti, Peter Ramsey, Rodney Rothman, 2018). Acudo con mi hija al nuevo cine que han abierto a dos minutos andando desde mi casa. Las expectativas son grandes, para qué vamos a negarlo. Todas las críticas que he podido leer/ver apuntan a uno de los mejores filmes del año y, más aún, a la mejor versión que se haya hecho jamas del trepamuros. Nos sentamos en las cómodas butacas reclinables del Yelmo Premium. Comienza la función.
Pasan dos horas. Mi hija y yo nos miramos incrédulos, emocionados y epatados por lo que acabamos de ver. Para ella ha sido el primer contacto con el cine de superhéroes. Para mí…para mí ha supuesto mucho más…tanto, que cuando mis dedos aciertan a comenzar a escribir en uno de mis grupos de amigos en Whatsapp, lo primero que me sale es que prefiero no decir nada en caliente y reflexionar acerca de lo que acabo de ver porque, en caliente, me lanzaría de cabeza a la piscina y afirmaría que estamos ante la MEJOR película de 2018. Sí, por encima de ya sabéis cuál.
Pasa un día. Las sensaciones que la cinta ha dejado no van sino en aumento. Hasta me llego a plantear que, antes de tomar una decisión con respecto a la clasificación de mejores producciones cinematográficas del año que aparecerá el próximo sábado, voy a volver a revisar la cinta de los hermanos Russo y, sin darme descanso, me voy a poner los vaqueros, una camiseta, cruzar la calle y ver de nuevo este Spider-man. Así de «loco» y dubitativo me ha dejado la que, y aquí no tengo duda alguna, es la película más original de cuantas he podido ver en muchos años…muchos, muchos años.
Y es que lo que ofrece ‘Spider-Man: Un nuevo universo’ es de tal calibre, de tamaña variedad, de tan asombroso ritmo, de tan espectacular animación, de tan increíble definición de personajes, de tan asombrosa fidelidad al espíritu de los cómics del arácnido —de TODOS los cómics del arácnido—…que no pensar en ella, ya como la que mejor ha sabido capturar la idiosincrasia del héroe creado por Stan Lee y Steve Ditko, ya como una de las más indiscutibles cimas del género superheróico en la gran pantalla resulta, como poco, inimaginable.
Hay durante sus dos horas de metraje una clarísima voluntad por que esa variedad de la que hablaba arriba, aluda a todo tipo de público, no ya el que, como servidor, sabe reconocer hasta el último guiño que se incluye en la proyección —atención a la agenda del móvil de Miles, impagable—; sino al que entre con poco más que el conocimiento básico acerca del amistoso vecino picado por una araña radioactiva o, como era el caso de mi pequeña, tan sólo sabiendo que Spider-man es un superhéroe como otro cualquiera.
Poder llegar a tan variado espectro de potenciales espectadores, tanto si estamos hablando de esos conocimientos previos, como si lo estamos haciendo de amplitud de rango de edades, afirma sin paliativos acerca de la grandeza de lo que Phil Lord y Rodney Rothman han conseguido en un guión que logra sin despeinarse lo que la fallida ‘Liga de la Justicia’ (‘Justice League’, Zack Snyder, 2017) hizo parecer imposible: ofrecer una historia protagonizada por un grupo de héroes que no cuentan con presentación previa y hacer de todos ellos personajes de tanta entidad que, finalizada la película, las ganas de que hagan producciones independientes de cada uno de ellos sean incontenibles.
Por si esto no fuera ya un logro considerable —repito, salvo el primer Peter Parker que aparece, los demás seis héroes que podéis ver en la imagen de arriba no se han visto nunca en una cinta para la gran pantalla— ‘Spider-Man: Un nuevo universo’ mueve tan bien los hilos de la precisa tela de araña que va tejiendo en torno a todo el «reparto» que, llegado el momento, te olvidas por completo de estar ante una producción de animación; algo tremendamente complejo para un filme de «dibujitos» que queda magnificado aquí si consideramos el SUPERLATIVO nivel al que se mueve lo que el equipo contratado por Sony ha plasmado a 24 fotogramas por segundo.
Arremetiendo constantemente contra nuestros sentidos, pero sin llegar en ningún momento a abotargarlos, no es ya que la cinta cuente con una dirección prodigiosa, que también, es que, partiendo de ese tramado que da a la imagen esa cualidad tan de cómic de los ochenta, todo lo que pudiéramos valorar en términos visuales de la cinta, desde su diseño de personajes hasta cómo se utiliza el color o la forma en la que se resuelven las impresionantes set-pieces de acción…todo, raya a una altura que supera, con holgura, a lo que hemos visto en esta forma de contar historias este año, y eso que estamos hablando de doce meses en los que se han estrenado cosas como ‘La isla de los perros’ (‘Isle of Dogs’, Wes Anderson, 2018), ‘Los Increíbles 2’ (‘The Incredibles 2’, Brad Bird, 2018) o ‘Ralph rompe internet’ (‘Ralph Breaks the Internet’, Phil Johnston, Rich Moore, 2018).
Superándolas a todas ellas, dejando atrás a la práctica totalidad de los filmes de imagen real que también han ido apareciendo a lo largo de 2018 y obliterando como si tal cosa el recuerdo de todas las cintas de Spider-man que llevamos viendo desde que Sam Raimi estrenara la primera entrega de su trilogía allá por 2002, insisto en que ‘Spider-Man: Un nuevo universo’ es más que firme contendiente a hacerse con el título de mejor película del año. Sólo los pocos días que nos separan de las doce campanadas y la firme intención de hacer esa doble revisión que os comentaba al comienzo determinarán si lo es o no. La respuesta, el próximo sábado.