Reciben muchos nombres: el Ying y el Yang, el Tira y Afloja…
Fui a ver ‘Airbender: el último guerrero’ tratando de estar desprovisto de prejuicios hacia su director, M. Night Shyamalan. Tarea difícil, lo sé, teniendo en cuenta que lo último que vi de él fue la insulsa ‘El Incidente’ en la que, irónicamente, no sucedía nada. ‘Airbender’ me sorprendió, porque resultó ser una preciosidad y muy entretenida. Pero esos son méritos más del departamento de efectos especiales y el de fotografía que del director.
Y cuando hablamos de escenas de batallas o de diálogos entre personajes, Shyamalan demuestra una total incompetencia. Parece como si no fuera capaz de lograr una escena coherente cuando hay más de dos personajes en pantalla. De hecho, el patetismo de la escena es inversamente proporcional al número de participantes: los duelos son coreografías impresionantemente hermosas, mientras que las batallas son increíblemente ridículas y absurdas.
Pese a todo, el conjunto resulta agradable, siempre que obviemos esas escenas (que comentaré más adelante). Sobre unos escenarios sobrecogedores discurre un argumento interesante, un mundo de magia elemental muy rico y con grandes posibilidades como saga. Quién sabe si por culpa de estos errores de dirección llegaremos a ver qué hay más allá desde ‘Libro Primero: El Reino del Agua’.