Cuando hace un año vi que ABC daba luz verde a una serie cuyo aliciente principal era la reimaginación de los cuentos de toda la vida, todas las alarmas saltaron. El argumento era peligrosamente similar a ‘Fabulas’, un cómic cuya adaptación a la pequeña pantalla fue desechada meses antes. Sin embargo, pronto descubriríamos que si bien podría tener sus similitudes, ‘Once Upon a Time‘ tenía su personalidad propia y unas ganas de contar una historia fascinante.
‘Once Upon a time‘ cuenta la historia de Emma (Jennifer Morrison), una chica sin ningún ancla en la vida y con un pasado algo conflictivo, que un día se encontrará a su hijo Henry, a quien dió en adopción en su casa. Henry ha venido a buscarla ya que está convencido de que su madre es hija de Blancanieves y el Príncipe Encantador, la única en poder escapar, de recién nacida, de la maldición de la Reina Mala. Maldición que encerró a todos los personajes de cuentos de hadas en Storybrooke, sin ser conscientes de lo que son en realidad y bajo la vigilancia de la Reina (cuyo nombre se ha convertido en Regina), convertida en la alcaldesa del pueblo y madre adoptiva de Henry.