Si hay alguna novela con la que Terry Pratchett debería pasar a la historia como uno de los grandes novelistas de este siglo es ‘Nación’. Supongo que el mismo motivo por el que aún no lo conoce el gran público por estas tierras es el mismo por el que las comedias no suelen ser favoritas para el Oscar, aquello de que llenar tu guión de humor te resta puntos frente al drama, ignorando lo complejo que es hacer reír y pensar a partes iguales.
Soy consciente de que cada obra que saca Pratchett recibe de alguien el apelativo de “su mejor libro hasta la fecha”, pero hay algo en ‘Nación’ que hace que esa afirmación tenga un peso y una certeza especial.
Aunque quizás el gran motivo por el que ‘Nación’ no llegue a ser considerada como la gran obra que es, sea por políticamente incorrecta, por la brutal y despiadada crítica que hace contra el imperialismo británico en particular y occidental en general, y contra el cerrojazo mental que va intrínsecamente ligado a la religión y las creencias. Duros escollos que Sir Terry afronta y supera con el desparpajo que le caracteriza, sobra decir, y manteniendo toda su chispa, sus situaciones cómicas y juegos de palabras.
‘Nación’ es desgarrada, cómica, cruda, divertida, lacrimógena, fantástica, y real.