La trilogía original de Star Wars redefinió la industria cinematográfica y marco a toda una generación (o varias de ellas). Pero no fue lo único que quedó marcado. Mark Hamill, más conocido como Luke Skywalker, fue uno de los actores peor parados de la saga pese al éxito y popularidad que obtuvo (o tal vez a causa de estos).
El papel del joven rubiales Jedi le marco tanto o más que la cicatriz provocada por el accidente de tráfico que sufrió el 11 de enero de 1977, justo un día antes de grabar una de las escenas finales del episodio IV; y a diferencia de Harrison Ford, nunca logró despegarse de la imagen de su personaje. Para el mundo, su cara nunca más sería la de Hamill, sino que pertenecería para siempre a Luke.
Por suerte, Hamill logró sobrevivir a base de pequeños cameos (principalmente en series de ciencia ficción) para más tarde reconducir su carrera hacia el doblaje, prestado su voz a personajes tan dispares como el Joker en la serie animada de Batman y la mayoría de sus spin-off, videojuegos y películas de animación (incluso se llegó a sugerir en cierto momento para el papel que finalmente obtendría el difunto Heath Ledger en The Dark Knight), Gargoyle en la serie de The Incredible Hulk, El Duende en la de Spider-Man, Maximus en Los Cuatro Fantásticos o el zombi Hánuca en El gran golpe de Bender, la primera película de Futurama. Como veis, al «muchacho» (que anda ya cerca de los 60) le van los papeles antagonistas.