Apenas unos días después de que la industria del manganime haya sido postrada con la aprobación de la Ordenanza para el desarrollo de una Juventud Saludable, el gobierno japonés anuncia un plan para cuadruplicar la exportación de anime, manga y videojuegos para 2020 como parte de la estrategia “Cool Japan” de Akihiro Ohata, el ministro de economía, comercio e industria.
El “Cool Japan Public-Private Advisory Council” (algo así como el Consejo consultor público-privado Cool Japan, o mira que somos guays en Japón) pretende aumentar entre dos y cuatro veces las exportaciones “culturales”, no solo de las industrias que nos afectan, sino también de otras como la mola o alimentación, para conseguir que los 50.000 millones de dólares actuales se transformen en 200.000, de los que 35.000 pertenecerían a manganime y videojuegos.
Este intervencionismo ha sido una práctica común en Japón desde la posguerra arrojando resultados para todos los gustos salvo para el de los empresarios, que rara vez acogen de buena gana eso de que sea el gobierno el que dicte lo que tienen que hacer con sus empresas. Por poneros un par de ejemplos, en el pasado, el predecesor del actual ministro intentó que Sony dejase de producir artículos electrónicos y que Honda abandonase la fabricación de coches. Así se las gastan.