‘Ciudad sin estrellas’, novela escrita por la ilerdense Montse de Paz, fue galardonada con el Premio Minotauro 2011. En ella nos cuenta la historia de Perseo, un joven que quiere descubrir el mundo que hay más allá de los muros de la ciudad en la que vive, ese mundo que según la versión oficial de los gobernantes no es más que un desierto inhóspito, pero que según las leyendas que corren por los foros virtuales podría ser un entorno natural y lleno de vida.
La ciudad donde vive Perseo se llama Ziénaga, y es una de las muchas ciudades aisladas que hay repartidas por el planeta. En ella la información no fluye libremente y los ciudadanos son controlados de una forma algo más sutil que en otras novelas distópicas: en lugar de un ente omnipresente como el que imaginó Orwell, aquí el opio del pueblo es la televisión, el sexo virtual, las drogas y la incansable búsqueda de la belleza eterna.
Los únicos que hacen tambalear los cimientos de esta sociedad son un grupo de personas a los que llaman despectivamente “misticoides”. Son personas que hablan de un mundo diferente, en donde los animales crecen en libertad, en donde el cielo es azul por el día y negro por la noche, cubierto de algo que llaman estrellas; y en donde la naturaleza se impone a los sucedáneos artificiales creados por el hombre.