La (re)lectura de ‘El corazón coronado‘ ha vuelto a poner de manifiesto una idea que se me ocurrió, años ha, cuando ya había consumido gran parte de la producción en cómic de Jodorowsky. Ésta no era otra que, ante cualquier nueva aproximación que hubiera que hacer de su obra, dos podían ser las opciones que se abrían ante el potencial lector. Para la primera, habría que hacer acopio de cuantas más sustancias alucinógenas mejor para así poder sacar algo en claro de toda la abusiva y desenfrenada verborrea con la que el chileno suele caracterizar sus títulos.
Para la segunda, mucho más recomendable y menos perjudicial para la salud, habría que tratar de ignorar en la medida de lo posible todos los ininteligibles discursos que se han convertido en marca de fábrica del psicomago para, con inmensa paciencia, intentar entresacar alguna conclusión lógica de la monumental ilógica de la que suele hacer gala.