En este verano relativamente vacío a nivel de series para mí ‘True Blood’ era de las cosas más apetecibles para ver. Básicamente por su brillante (que no excelente) primera temporada que, aunque arrancó floja (muy floja) sí que poco a poco logró mantener interés llegando a ser una serie bastante digna de ser vista. Así que el pasado domingo se estrenó en HBO la segunda temporada de la serie de Alan Ball.
Con la segunda temporada ‘True Blood’ afronta su prueba de fuego. En la segunda temporada es en donde de verdad se miden las series ya que ya no hay el elemento original de los primeros episodios y ya conocemos a los personajes (y a algunos les tenemos demasiado vistos), por lo que en la segunda temporada es en donde la serie tiene que reinventarse a sí misma e innovar para mantener el interés.