Últimamente, el grueso de las series de animación no destaca por su originalidad debido a que suelen reutilizar constantemente la temática de batallas de héroes o de jóvenes en harenes. El estudio de animación Madhouse se caracteriza porque de vez en cuando saca alguna producción digna de mención de su originalidad, como ‘La Chica que saltaba a través del tiempo’ o ‘Summer Wars’, aunque también han creado cosas menos dignas como ‘Highschool of the Dead’ o ‘Digimon: La película’ (que en realidad son dos OVAs unidas con alguna que otra escena adicional para hacerlas pasar como película en occidene). Sin embargo ‘The Tatami Galaxy‘, también conocida como ‘Yojou-han Shinwa Taikei’, es un claro ejemplo de producto original digno de mención.
La historia empieza con un protagonista sin nombre, que empieza su primer año en la universidad. Allí, se une al club de tenis para intentar encontrar el amor y tener una vida universitaria de color de rosa, pero en vez de eso conoce a Ozu, un chico problemático al que la gente confunde con un demonio; y Akashi, una chica que suele responder friamente y despectiva a todo aquel que le propone tener una cita romántica. Tras pasar dos años estropeando las relaciones amorosas ajenas con la ayuda de Ozu, durante un festival, una masa enfurecida se propone acabar con las vidas de nuestro protagonista y su compañero, y tras caer en el río piensa “¿Qué habría pasado si hubiese elegido un club distinto?”.
Quiero tener una vida universitaria de color de rosa
Tras este pensamiento, el tiempo retrocede hasta que nuestro protagonista se encuentra pensando en qué club entrar para encontrar el amor. Y este es el desarrollo de cada uno de los capítulos: entra en un club, conoce a personajes recurrentes como Ozu, Akashi o Jougasaki, no encuentra el amor y piensa “¿Qué habría pasado si hubiese elegido un club distinto?”. Pese a sonar poco inspirado, a la hora de verlo nos encontramos con un estilo narrativo que podemos considerar perfecto, con situaciones llenas de humor y un mundo muy bien creado, así como sus personajes, todos ellos únicos y cada uno con su estilo y personalidad únicas y marcadas.
Pero lo que lo hace especial a la serie no es solamente su humor, sino su anteriormente mencionado forma de narrar la historia. Si decíamos que su narrativa era casi perfecta, durante los dos últimos episodios la historia da un enorme giro que consigue sorprender y enlazar todos y cada uno de los episodios pese a no tener una aparente relación; y acabar en un apoteósico episodio final lleno de emoción y que nos hace pensar que el guionista de esta serie es un genio capaz de emocionar y hacer que explote toda la emoción almacenada tras ver la serie.
Sin embargo, su estilo narrativo, además de ser singular y distintivo, puede ser también un problema. Hay que admitir que su humor y sus situaciones cómicas no son aptas para el público que quiere algo directo, además de que la voz del protagonista al narrar el desarrollo de sus historias es excesivamente rápida y hace que sea fácil perder el hilo y los pequeños detalles.
La animación también es digna de mención, del estilo característico de Madhouse. Sencilla, sin detalles ni pelos de colores imposibles, donde impera el blanco, los colores claros y sin saturar y las facciones extremas. Esto nos da un gran ejemplo de que a veces la animación más sencilla puede resultar la más indicada, y es que si se optase por una más fiel a las proporciones, sombras, se perdería gran parte de su esencia y no entraría tan fácilmente.
Con todo ello nos encontramos antes una de las mejores series que podemos ver, llena de personajes empatizables en una trama consistente y atractiva para todo aquel que quiera hacer una apuesta algo arriesgada. Si bien es una serie algo difícil de entender para quien busque un planteamiento sencillo, puede ser una delicia visual para quienes estén buscando una serie innovadora y diferente.
- Episodios: 11
- Estudio: Madhouse
- Género: Shonen
- Año: 2010
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