‘Sunny Sunny Ann!’, el manga que no es un manga

Como quiera que es un hecho lo suficientemente llamativo para colocarlo como titular, comencemos estas líneas dedicadas a ‘Sunny Sunny Ann!‘ a algo que sorprende, y sorprende mucho, cuando uno comienza a leer el último manga publicado por Astiberri: que este trabajo de Miki Yamamoto no parece un cómic japonés. Tanto es así, que de haberse editado en sentido de lectura occidental, podría haber pasado perfectamente por un tebeo español de corte indie de esos que tanto solemos encontrar bajo el sello de La Cúpula. No estoy diciendo que el hecho que pudiera pasar por un título firmado por un europeo sea en sí mismo una virtud, simplemente estoy apuntando a que resulta complicado encontrar en estas páginas algunas de las idiosincrasias más significativas de lo que suele llegarnos del país del sol naciente, esos tropos que hacen que nada más ver un producto nipón sepamos a ciencia cierta que lo es.

Bajo esa peculiar personalidad, resulta también fundamental en la apreciación de ‘Sunny Sunny Ann’ como un elemento extraño dentro del mundillo del manga el que la temática costumbrista —con una pequeña concesión hacia la intriga— elegida por Yamamoto se acerque más a los postulados del tebeo del viejo mundo que a lo que sus compatriotas suelen llevar a cabo, conformando los episodios que tejen la historia de Ann, una mujer de vida despreocupada que tiene a su coche por vivienda y que ejerce la prostitución de una forma un tanto curiosa, un tapiz que, sin pretensiones, termina calando hondo en el corazón del lector por la frescura y cercanía que desprende el conjunto.

Ese talante descansa sobremanera en un trazo suelto, desenfadado y vivaz que no se entretiene en mucho más que definir formas, encajar fondos y que, determinado a transmitir una sensación constante de inmediatez, respalda la configuración de la protagonista y el mundo en el que se mueve. Un mundo que no siempre le es favorable, que necesita ser encarado con entereza y resolución y que, desde su posición de mujer, es observado por Yamamoto con una mirada de crítica certera que, rodeada de ese hálito de casualidad que envuelve al conjunto, deposita en el lector la reflexión última acerca de lo que realmente subyace en este muy sorprendente volumen.