Puede que lo más cerca que hayamos estado del país del sol naciente sea una visita ocasional a un restaurante especializado en sushi pero a poco que tengamos media noción de cultura japonesa asociaremos fiesta y Japón con esos festivales y reuniones en torno a los cerezos en flor que se dan en primavera. Pero el otoño tampoco se queda manco, con fiestas de la cosecha y lo que se llama momijigari, el contemplar el cambio de color de las hojas de los árboles como el arce. Algo quizás menos alocado que la fiesta de los cerezos (sé que la mayoría tenéis en mente lo visto en Shin-chan) pero un auténtico deleite para los sentidos. Probablemente en Madrid, a pesar de la multitud de parques y jardines de los que gozamos, no tenemos la vegetación apropiada para hacer algo así…pero sí el espíritu festivo. Así, una vez más, el pasado fin de semana del 24 y 25 de septiembre, tuvo lugar la Japan weekend, una auténtica celebración de la cultura popular japonesa.
Situada en los pabellones 1, 3, 5 y 7 del Ifema de Madrid el Japan Weekend ha contado con distintas áreas dedicadas tanto a la venta de merchandising tradicional (camisetas, pósters y por supuesto más Funkos que visitantes, entre los que encontramos novedades como los dedicados ‘Thor: Love and Thunder’, cabras incluidas). Tampoco faltaron ítems menos habituales y más tradicionales como reproducciones de armas o kimonos, o las apabullantes figuras que oferta Banpresto, como el manga propiamente dicho, pasando por stands gastronómicos (ergo ramen, gyozas y dulces con envoltorios fascinantes, algunos con imágenes de las series favoritas del respetable), videojuegos (modernos y retro, con un rinconcito para los juegos japoneses) e incluso una pequeña sección que recuperaba el espíritu de los festivales tradicionales con concierto de taiko incluido.
Partiendo de la apuesta más educativa, con puestos dedicados a escuelas de esgrima, artes marciales e idiomas asiáticos, en los que se podía practicar con la espada o llevarnos nuestro nombre escrito en japonés, y a los juegos, como el de Nintendo o uno en el que se podía competir con un coche teledirigido, la oferta comercial a continuación recibía amén de un buen número de artistas dispuestos a vender su arte en forma de prints, chapas o pegatinas, pasando por un largo etcétera, (y que ocupaban casi la totalidad de un pabellón) a las grandes editoriales y distribuidoras. A nombres como Norma (con dos de las franquicias más jugosas de los últimos años, ‘Tokyo revengers‘ y ‘Guardianes de la noche‘), ECC (con una poderosa apuesta por el manga de horror como los de Junji Ito), Fandogamia (al que se le agradece el término de ‘Mangañol’ en uno de sus letreros de reclamo), Selecta visión (con su recinto dedicado a ‘One piece film Red‘, de próximo estreno, y que trajo a sus dobladores para que los aficionados se llevasen sus firmas de recuerdo), Crunchyroll o Jonu, se sumaban las emergentes Apache libros, Ediciones Tomodomo, Ooso cómics (con buena parte del catálogo del mítico Go Nagai) o Editorial Kodai, entre otras.
Y todo ello sin olvidar los numerosos concursos, desde los de preguntas al karaoke pasando por una competición internacional de cosplay, las firmas (y no solo de artistas de estilo manga sino de autores como Dani Gove o Max Sarín, autora de la premiadisima ‘Giant days‘) o los conciertos (como el de los eurovisivos Subwoolfer. Sí, los de dale un plátano al lobo), sin dejar de lado alguna exposición como la dedicada a los diseños de Konosuba! o la que se ocultaba bajo un letrero que avisaba solo permitía el acceso a mayores de 18, y con razón, mostrando el lado sexy de más de un viejo icono conocido además de unos cuantos originales.
Pero estas son las luces. Una oferta heterogénea, con propuestas para todos los gustos, para aprender, divertirse y aumentar las colecciones. Sin embargo en esta edición Japan weekend ha presentado, como sin duda más de uno ha visto en redes, una terrible sombra. Una mala organización, que por el momento no se ha confirmado se debe a la venta de demasiadas entradas, ha hecho que buena parte de los asistentes hayan tenido que esperar mucho más tiempo del deseado para acceder (y esto es una manera suave de decirlo, ha habido gente que incluso ha tenido que tirar la toalla e irse sin entrar con la entrada ya pagada) y que aquellos que han logrado entrar se hayan visto obligados a esperar largos periodos de tiempo para pasar de un pabellón a otro, formándose unas grandes concentraciones de personas (no una mera cola) en el interior que además de forzar la paciencia de todos los que se vieron (nos vimos) inmersos en ellos llegaron a amenazar tragedia, generando más de un ataque de ansiedad. Unas esperas injustificadas que han oscurecido lo que siempre ha sido una gran fuente de entretenimiento y que confío no vuelvan a repetirse en futuras ediciones.
Japan weekend ha crecido mucho con los años, y sigue creciendo. Las modas cambian, aunque clásicos como ‘Dragon Ball’, ‘One piece‘ o ‘Naruto‘ siguen gozando de gran popularidad y los cosplayers, que siguen acudiendo en masa, son buena prueba del ascenso de nuevas series (como los de Tanjiro o Nezuko o uno que se llegó a ver de ‘Tokyo revengers’ con bandera de la Comunidad Valenciana incluida). Manga y anime, fortalecidos por la gran cantidad de nuevos lectores y espectadores que se han aficionado durante la pandemia, siguen siendo una fuente de entretenimiento que atrae a las masas. Sólo nos queda esperar a la próxima entrega de un Japan weekend ya lejos de errores que nos fastidien la diversión. Y que sea, como ha sido siempre, una fiesta.