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V. Kingdom Come

‘Dragonball Color. Saga de los Saiyanos 1’, leyenda renovada

Dragonball color portada

‘Dragonball’ jugó un papel muy importante en mi decisión de empezar a tomarme los cómics como algo más en serio que un mero entretenimiento. Hasta la aparición del número uno de la serie roja en 1992, llevaba dos o tres años coqueteando con la idea de que las compras esporádicas que hacía de algún que otro cómic suelto pasaran a ser una costumbre mensual, uniéndose a mis otras dos aficiones (el cine y la música de cine) como parte de mis gastos fijos. Sin embargo, en ese tiempo, no encontraba ninguna colección que llamara mi atención lo suficiente. A ver, no me malinterpretéis, estaban ‘Superman’, ‘Spider-man’, ‘Hulk’ o los dichosos mutantes, pero el peliagudo asunto de la continuidad ya me echaba bastante para atrás por aquél entonces. Como quiera que ‘Bola de Dragón’ se había convertido en muy poco tiempo en un visionado obligado, el encontrarme un buen día con el cómic en la papelería que servía de desfogue para mis cada vez más recurrentes compras fue todo un shock: en tonos rojos y con el título de ‘Dragonball Z’ en un amarillo chillón aparecía en la portada un Goku con el pelo rubio que no se había visto hasta entonces por la televisión. Ahí comenzaba todo.

Como podrán comprender, el cariño que guardo en mi memoria a ese número en especial (que por desgracia vendí conforme me fui haciendo con las diferentes ediciones que Planeta fue sacando en el transcurso de los años) es un punto de partida poco objetivo para el texto que están leyendo, pero espero que sepan perdonármelo. Habiéndome saltado la serie blanca, que había comenzado a editarse pocos meses antes, y a sabiendas de que la duplicidad de publicación por parte de Planeta se debía a la voluntad de la editorial de enganchar a nuevos lectores anticipándoles lo que iba a ocurrir en el anime, ‘Dragonball’ pasó, de la noche a la mañana a ser EL PRIMER cómic del que no podía prescindir ningún mes, calmando mis ansias lectoras en el tiempo que pasaba entre la publicación de uno y otro número releyendo de forma ávida las páginas de aquéllos que ya tenía en mi poder. A partir de ahí, y poco a poco, otros cómics comenzaron a formar parte de mi incipiente colección. Pero siempre con ‘Dragonball’ ocupando un sitio de preferencia.

Dragonball color interior 1

El coleccionista que desde pequeño ha habitado en mí fue evolucionando, se mudó de ciudad, y comenzó a abrir horizontes con otros tebeos, manteniendo indefectiblemente la constancia en cuanto a mi fidelidad con la magistral serie de Akira Toriyama: tras las series blanca y roja vinieron los tomos (primeros los blancos, después los amarillos), y tras ellos, e ignorando de forma más que consciente la compra de las series amarilla y azul, llegarían los treinta y dos volúmenes que componen la Ultimate Edition (la Kanzenban, vamos). Con páginas a color, nuevas portadas del dibujante nipón y una cuidada edición a un tamaño superior al de los tomitos blancos/amarillos pero inferior a la del cómic de grapa, la Ultimate Edition ocupa hoy un lugar prominente en mis estanterías y ya ha sido objeto de un par de lecturas completas (la que le hice mientras recibía la suscripción mensual y una más que efectué una vez hubo terminado su publicación) que no han hecho más que confirmar que ‘Dragonball’ es una de esas series por las que no pasa el tiempo y en la que múltiples incursiones no hacen mella en su capacidad para entretener como pocas.

Diferenciándose del anime en la no eternización de las varias sagas que la componen (todo el mundo recuerda lo de los segundos que faltaban para que Namek explotara), Toriyama consigue con sus más de siete mil páginas un cómic que sabe como divertir, mantener la tensión y motivar a una lectura que, aunque en muchas ocasiones resulta rápida en exceso por las ingentes cantidades de viñetas que se dedican a las escenas de lucha, es de lo más gratificante. Poco se puede decir que no se haya dicho ya acerca de las inmensas virtudes del dibujante como narrador, sobre todo en lo que a las peleas atañe, dominando el nipón a la perfección los encuadres y nunca cayendo en la desorientación espacial que tanto abunda en los tebeos japoneses: a ninguna página de ‘Dragonball’ puede achacársele el ser confusa o haber saltado de una viñeta a otra sin que la elipsis narrativa quede perfectamente definida. Esto, unido a la perfecta caracterización que Toriyama hace de todos y cada uno de sus personajes, desde los principales hasta el último secundario, y el derroche de imaginación y detalle que pone, no sólo en la creación de ellos sino en los fantásticos entornos donde va moviendo la acción, convierte a ‘Dragonball’ en todo un ejemplo de manga a seguir.

En cuanto a los guiones, mucho se ha criticado la simplicidad de los mismos y como el avance de la serie acusa, a partir de la inclusión de Piccolo y la posterior aparición de la denominación Z, el síndrome del «malo más grande»: los detractores de la serie (que los hay, como es natural) siempre han arremetido contra el hecho de que, tras las inclusión de Vegeta, la frescura y humor de Bola de Dragón se pierda en un afán del Toriyama escritor por poner a prueba los límites de su storytelling y, por consiguiente, de su imaginación, a la hora de concretar el siguiente supervillano. En mi modesta opinión eso resultaría negativo si el japonés repitiera esquemas cada vez que una saga acaba y comienza la siguiente.

Dragonball color interior 2

Pero ese no es el caso. ‘Dragonball’ no acusa en ningún momento cansancio por parte de su creador y como mucho se le podría achacar una cierta premura en los últimos números, cuando cierra como loco los flecos que le han quedado sueltos, y aún así estaríamos haciendo flaco favor a todo lo que se desarrolla en el resto de la colección. Y aquí hay decenas de momentos en los que detenerse: desde la impactante transformación de Goku en Superguerrero al sacrificio de nuestro héroe en la lucha con Radik o la fusión de los héroes con los Potala; desde la revelación del origen de Piccolo y su relación con cierto personaje divino a la chocante muerte de Krilin o la relación de éste con la robot y la niña que tienen en común (sic); desde Vegeta convirtiéndose en Ozaru y Yajirobai tornándose en inesperado héroe a Célula alcanzando la perfección y transformándose en un ser invencible o la curiosa relación entre el monstruo Bu y el cobarde Satán….son tantos los detalles de la historia en los que nos podríamos fijar que necesitaríamos de otra reseña para poder listarlos convenientemente.

Y es que ‘Bola de Dragón’ hay que tomarla como lo que es, un entretenimiento de primer orden que no pretende mover a la reflexión profunda, sino hacer que el lector vuelva a una etapa de su vida donde bastaba con leer «Kamehameha» para ser transportados durante varios minutos a un mundo en el que todo era posible de la mano de unos personajes que para siempre quedarán bien guardados en nuestra memoria. Una memoria que ahora tiene la oportunidad de volver a sentirse rejuvenecida con esta nueva edición a todo color (con un tratamiento cromático espectacular, que la acerca a su contrapartida animada sin que se pierda la personalidad de las páginas originales en B/N) con la que Planeta sigue sumando récords de diferentes encarnaciones de la inmortal (sí, inmortal) creación del maestro nipón. Sirvan éstas líneas como sentido homenaje a una colección que tanto supuso para muchos aficionados en su momento y que, eso seguro, seguirá despertando pasiones en las futuras generaciones que a ella se acerquen.

Dragon ball Color 1

  • Autores: Akira Toriyama
  • Editorial: Planeta DeAgostini
  • Encuadernación: Rústica con sobrecubierta
  • Páginas: 248 páginas
  • Precio: 12,95 euros

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3 comentarios en «‘Dragonball Color. Saga de los Saiyanos 1’, leyenda renovada»

  1. Hola Sergio, me ha encantado este artículo. Ahora estoy viendo Dragon Ball por primera vez. De pequeño vi capítulos sueltos, pero nunca pude seguirlo con regularidad, así que ahora aprovecho los trayectos en metro para ver casi 3 capítulos al día. Estoy a punto de acabar Dragon Ball, así que pronto empezaré Dragon Ball Z.

    Y dado que veo que entiendes, quería hacerte una pregunta. A nivel general, Dragon Ball me está encantando, sin embargo hay algunos comentarios increíblemente torpes, o estúpidos incluso. A veces en menos de 20 segundos un personaje suelta dos expresiones de asombro totalmente contradictorias (sobretodo Krilin y el Fullet Tortuga), o Yamcha, que no tiene ninguna personalidad y se tira 5 capítulos copiando todo lo que hace Ten Shin Han.

    Y lo que no sé es si es un tema de la traducción (en mi caso, al catalán), o en los cómics tb se dan esas situaciones.

    ¡Gracias!

    • Estimado Apertotes,

      ante todo, disculpa el retraso en contestarte, pero me ha sido imposible hacerlo antes.

      Como bien apuntas, el humor de Dragonball es muy particular y, hasta dónde yo recuerdo (ten en cuenta que hace como veinte años que no veo el anime) las chorradas que comentas eran el pan nuestro de cada día de la serie y no tenían nada que ver con la traducción, en castellano también era así.

      En el cómic, al ir más al grano y no prolongarse tanto como la serie de televisión, el espacio para tonterías es mucho más pequeño, y el humor tan propio de Toriyama aparece con mayor estilo, por así decirlo.

      Y gracias a ti 🙂

      • Gracias por la respuesta. Supongo que el anime está más enfocado a niños pequeños que los cómics, y quizá con 8 o 9 años un niño no se fije tanto en esas contradicciones del guión, pero la verdad es que son muy llamativas. Así como determinados conceptos un poco irreales, como que en la lucha final entre Goku y Junior (el hijo de Satanas Corpetit), están todos preocupados pq si gana Junior el mundo caerá para siempre, pero si gana Goku, se salvará. Joder, pues si gana Junior, luego que le ataquen los demás, ¿no? Pero vinculan totalmente el futuro del mundo al resultado del torneo.

        En fin, me está gustando mucho, pero la verdad es que después de ver Cowboy Bebop o Ghost in the Shell, el guión de Dragon Ball me decepciona en algunos aspectos. Eso sí, la historia global, sin ponerse tocahuevos con los detalles, es fantástica, y hay episodios realmente divertidos.

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