‘Dentro de los yokais’, atlas a la imaginación

Veo de obligado cumplimiento comenzar esta reseña sobre ‘Dentro de los yokais’ aplaudiendo desaforadamente tanto la decisión de Astiberri de publicar un libro tan sumamente atípico y singular, como el hecho de que la edición que la casa bilbaína haya optado por una encuadernación y tratamiento de lujo para un libro que, en consonancia a lo exquisito y probablemente limitado de su público potencial, se alza como pieza de coleccionismo obligada, no cabe duda, para todos aquellos amantes de lo extraño, malrollero y algo surrealista del universo que Shigeru Mizuki nos describió en obras como ‘Kitaro’ o ‘NonNonBa’, ambas publicadas en castellano por Astiberri y ambas claro ejemplo de la idiosincrasia que el mangaka destilaba en unas planchas que encuentra aquí, en este atlas en el que se disecciona a monstruos de pesadilla, el que quizás su mejor exponente.

Ilustraciones a página completa —o incluso a doble página—, caracterizadas por agradables tonos de naranja y dedicadas cada una a un yokai diferente, las planchas de ‘Dentro de los yokais’ aúnan en un único paquete terror, pavor y mucho de ese humor absurdo y refrescante que siempre encontraba sitio en Mizuki: con muchos de estos seres sobrenaturales ya presentados en las citadas obras, si para algo sirve este libro es para un doble propósito; callar las bocas de aquellos que pensaran que era el nipón un dibujante mediocre que se dejaba llevar por lo caricaturesco y fácil que siempre caracterizó a sus obras y, de otra parte, demostrar hasta qué imposibles límites llegaba la ferviente imaginación de un artista que parece haberse tragado varios tratados de biología para inventar toda clase de órganos increíbles que expliquen las habilidades y poderes de los yokais.

En el primer ámbito, Mizuki detalla con toda profusión tanto el exterior como, sobre todo, el interior de unas criaturas que gritan Japón por los cuatro costados, y la inventiva del artista no parece conocer obstáculos en lo que a la (de)construcción y radiografiado del funcionamiento de tan esperpénticos seres. En el segundo, las detalladas descripciones que acompañan a los dibujos, perfectamente lógicas dentro de una lógica impensable, establece sin resquicio para la duda de lo genial en el dibujante japonés y de lo fundamental de su tebeografía como parte indispensable de la formación en manga de cualquier lector que se precie.