Acaso más recordado entre los nos muy duchos en el noveno arte por títulos como ‘Astroboy’ o ‘La princesa caballero’, es por su vertiente más adulta y desgarrada que los amantes del cómic sentimos devoción por algunas de las cientos de obras que Osamu Tezuka, el Dios del Manga, publicó a lo largo de su asombrosa trayectoria profesional. Así, si se nos pregunta por los títulos de Tezuka que guardamos como oro en paño en nuestra tebeoteca, sin duda saldrán a relucir obras como ‘Adolf’, ‘Fénix’, ‘MW’ o ‘El libro de los insectos humanos’, por citar los que servidor destacaría como los más sólidos y magistrales ejemplos de las formas en la que el nipón experimentó a placer con los mecanismos internos de la narrativa secuencial hasta el punto de que poder afirmarse acerca de él que, sin su presencia, el tebeo japonés, y por extensión el mundial, no sería el mismo.
Ahora bien, dado lo vasto de su producción, sería una falacia aseverar categóricamente que todo lo salido del lápiz del artista es indispensable cuando hay mucho, muchísimo, en esas más de 700 cabeceras que se aleja de dicho talante y se acomoda en un carácter prescindible variable que, en última instancia, dependerá del lector. En mi caso, y como creo haber comentado en más de una ocasión, haber leído en su momento de forma masiva todo cuanto caía en mis manos de Tezuka provocó una suerte de reacción de aversión que, por hartazgo, me impidió durante cierto tiempo acercarme a algunas de las ediciones en castellano que han aparecido en los últimos tiempos.
Ya algo recuperado del hastío, el grueso volumen que Random House dedicaba a ‘Dororo’ el pasado 2016 supuso una nueva toma de contacto con el artista que ahora queda afianzada con los dos volúmenes en los que Planeta Cómic ha recogido las algo más de 700 páginas que conforman ‘Ayako’. Y si no os salen las cuentas sumando las más de novecientas que conforman los dos volúmenes, es normal, el segundo de los que hoy nos ocupa también recoge una historia «corta» de talante fantástico y unas 200 páginas de extensión llamada ‘Melodía de acero’ que, después del impacto que comporta la principal, no pasa de lo meramente anecdótico.
Una cualidad ésta, la de anecdótica, de la que huye rauda la turbulenta historia con tintes de tragedia griega que Tezuka construye con ‘Ayako’. No en vano, es el propio autor en el epílogo que acompaña al cierre de la misma, el que confiesa que, truncada —más de 700 páginas y truncada, así era el Kamisama No Manga— por causas de fuerza mayor, su intención para con este título era haber construido el equivalente nipón de ‘Los hermanos Karamazov’ de Dostoievski. Ahí es nada. Y lo cierto es que, tanto en profusión de personajes, como en lo truculento de las situaciones que describe o lo perturbador de todo lo que rodea a esa protagonista que, fruto de una relación tormentosa entre el patriarca de una familia y su nuera, vivirá gran parte de su existencia encerrada en un almacén, ‘Ayako’ mira con intensidad a la obra de literato ruso.
El análisis de la condición humana que Tezuka realiza apoyándose en la inocencia del personaje femenino que da título al manga en contraste con la perfidia y maldad extrema de muchos de los que la rodean es sólo la punta del iceberg de un recorrido que lleva al autor desde las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial hasta comienzos de la década de los setenta, utilizando el artista como hilo conductor de la narración, al margen de la inocente joven, a su tío, un soldado japonés captado por los servicios de inteligencia estadounidenses que terminará convirtiéndose en un ser sin escrúpulos obsesionado con su sobrina.
Y si bien es cierto que el tono desabrido y exagerado que impregna toda la lectura es excesivo en muchos instantes y puede resultar demasiado falso para nuestra cínica mirada contemporánea, donde ‘Ayako’ no defrauda es en el recital visual que comporta de principio a fin. No entraré en detalles del rosario de soluciones de las que Tezuka echa mano a lo largo de las muchas páginas que conforman la historia —aunque hay un puñado en particular hacia la mitad del segundo volumen que me parecieron singularmente soberbias—, y baste con afirmar que, publicada en un momento en el que al maestro ya no le quedaba nada por demostrar, ‘Ayako’ es la prueba palpable de que a un genio siempre le queda un último as en la manga con el que dejar atónito a su público.
Ayako
- Autores: Osamu Tezuka
- Editorial: Planeta Cómic
- Encuadernación: 2 volúmenes Cartoné
- Páginas: 464/456 páginas
- Precio: 26,60 euros c/u en aquí y aquí