Ya sea porque estoy hablando de mis orígenes como lector de tebeos, ya porque lo que estemos tratando es de cómo el manga desembarcó en España hace casi treinta años, ya de qué autores provenientes del país del sol naciente considero mis favoritos…sea como sea, Akira Toriyama y ‘Dragon Ball’ tienen una importancia tan capital en cualquiera de esos frentes, que afirmar que lo que el nipón creó a mediados de los ochenta con la historia de Goku es uno de los pilares fundamentales de mi afición por el noveno arte es, quizás, quedarse algo cortos. Tanto es así, que de los muchos datos que podría dar en términos personales sobre ‘Dragon Ball’ creo que son claro indicativo de su relevancia el haber sido la única serie completa que me he leído más de tres veces o el que, en su momento, fuera adquiriendo de manera impenitente todo nuevo color, tamaño y encuadernación que Planeta DeAgostini se sacara de la manga —no pun intended— para deleite o desesperación de los aficionados.
Completada dicha extrema filia hacia todo lo Toriyama con ‘Dr. Slump’ —¿para cuando una edición en Kanzenban de tan entrañable y disparatado título?— y las sucesivas y esporádicas apariciones de lo poco que el artista japonés ha ido regalando a su público desde que diera por finalizada la historia del súper saiyano en 1995 —increíble que ya hayan pasado casi veinticinco años…INCREÍBLE— he de confesar que, adorando su forma de narrar historias algo menos de lo que llegué a apreciar su dibujo, he evitado todo aquello que se ha ido anexando al universo de Goku y compañía, llámese ésto la edición en color del manga original —y no es por purismo, es que en blanco y negro «mola» más— o, por supuesto, ese ‘Dragon Ball Super’ que, dibujado por Toyotaro, sirve de continuación de las andanzas de tan queridos personajes más allá del término de la saga de Bu.
¿Qué me ha llevado entonces a acercarme a este ‘Aquella vez que me reencarné en Yamcha’? Si os digo la verdad, ni yo mismo lo sé. Dejémoslo en que la curiosidad y las ganas de leer algo de ‘Dragon Ball’ salido de la imaginación de alguien ajeno fueron incentivos suficientes como para darle una oportunidad a esta curiosa historia que, partiendo de la premisa que indica el título —un chaval muere y se reencarna en Yamcha— explora al personaje a través del camino trazado por Toriyama en el manga original tomando, no obstante, senderos alternativos por cuanto el protagonista se da cuenta de que tiene que convertirse en un guerrero mucho más letal si quiere sobrevivir a lo mucho que su creador interpuso en su camino, léanse su prematura muerte a manos de Vegeta en su llegada a la Tierra o el que el guerrero le robara a su eterno amor, la alocada Bulma.
Sin más interés en lo argumental que ir viendo por qué derroteros lleva Dragonarow Lee el discurrir de la historia, y cuánto se aproximan su tono y forma de hilvanarla a las maneras de Toriyama, lo que sí resulta tremendamente curioso es observar la capacidad del artista para imitar de tal modo al estilo de dibujo del maestro que, sino fuera por detalles aquí y allá, cualquiera diría que quien firma las páginas del volumen es el insigne creador de la mítica cabecera. Es más, Lee hace un doble esfuerzo encomiable al «copiar» tanto las formas redondeadas del Toriyama de la primera parte de ‘Dragon Ball’ como aquellas que corresponden a lo que vino aquí en acompañarse con la letra Z. Y aunque sólo sea por eso, este divertido «what if?» bien vale el pequeño desembolso que nos exige.
Aquella vez que me reencarné en Yamcha
- Autores: Dragonarow Lee
- Editorial: Planeta Cómic
- Encuadernación: Rústica con guardas
- Páginas: 144 páginas
- Precio: 6,60 euros en