Encarnas a un aventurero en busca de las gemas más valiosas. Hoy te has acercado al mercado para comerciar. Enriquécete intercambiando tus gemas al mejor precio. ¡Pero cuidado con los falsificadores que no dudarán en hacer pasar sus baratijas por diamantes!
30 Quilates es un juego de negociación con subastas cargadas de faroles y miradas penetrantes en las que cada jugador tan solo conoce inicialmente el valor de uno de los tipos de gemas disponibles en el mercado. Todos comienzan con las mismas oportunidades: 5 gemas de cada uno de los colores utilizados en la partida (un color por jugador), 5 pepitas de oro con un valor fijo de +10, y una carta del valor secreto de tu propio color, de -30 a +30.
Tan pronto se inicia el baile de gemas, las primeras suspicacias afloran en la mesa. ¿Por qué te desprendes de las gemas de tu color con tanta alegría? ¿será un regalo envenenado o estarás jugando al despiste? Difícil saberlo al principio, pero todo termina encajando después de las tres rondas que componen una partida. Pagando pepitas al Banco (la bolsa negra) puedes mirar la carta secreta de otro jugador, y aunque algunos son maestros a la hora de camuflar sus intenciones con una impasible cara de póquer, otros jugadores se revelan como libros abiertos ante nosotros.
Pero hay algo más. Una ronda está compuesta por tantas subastas como jugadores y no todas son iguales. Cada jugador comienza con tres cartas de transacción en las que se detalla el tipo de puja, simultánea o sucesiva, y la oferta mínima que el vendedor, el jugador que inicia la subasta, debe ofrecer. En las subastas simultáneas todas las propuestas de los demás jugadores se hacen a la vez con el puño cerrado, mientras que en las sucesivas, se hacen una detrás de otra en sentido de las agujas del reloj.
Todas las propuestas han de ser distintas de la combinación ofrecida por el vendedor y contener al menos 1 piedra preciosa o 1 pepita de oro. Dicho esto, el vendedor intercambia su combinación con la de otro jugador o paga al Banco de 2 a 4 pepitas según la ronda para entregarle su combinación y sacar de la bolsa un número equivalente de gemas y pepitas al azar. Como hemos dicho, en las partidas de cuatro o más jugadores el vendedor también tiene la opción de echar un vistazo furtivo a la carta de valor secreto de otro jugador pagando de 4 a 2 pepitas según la ronda.
La partida termina una vez que cada jugador ha ejercido tres veces de vendedor, momento en el que todo el mundo revela sus cartas de valor secreto y se calculan las puntuaciones sumando (y restando) el valor de las gemas y pepitas que tengas en ese momento. Tranquilos, no es raro terminar con puntuaciones negativas… nos pasa a todos.
Como podréis suponer, el faroleo es uno de los ingredientes más importantes de 30 Quilates. Jugando con la información que conocemos y creemos conocer, trataremos de hacer acopio de las gemas de más valor mientras engañamos a los demás jugadores para que se queden con las que no valen nada (o mejor aún, las tienen valor negativo). Si esta idea os seduce, 30 Quilates encajará muy bien en vuestras reuniones familiares como un filler de duración media. Pero cuidado que los suegros son muy rencorosos y no se toman demasiado bien eso de que seáis capaces de mirarlos a los ojos y engañarlos como bellacos.
Dentro de la caja
30 Carats (2013)
- Autor: Fabien Chevillon
- Ilustración: Tony Rochon
- Editorial: Grosso Modo Éditions / Morapiaf
- Edad: 9+
- Duración: 40 minutos
- Jugadores: 3-6
- Precio: 13,56 euros en Zacatrus!
- Es sencillo y divertido, especialmente a cinco jugadores.
- Faroleo frente a deducción en tu mesa de juego.
- Los componentes son fantásticos y muy vistosos, aunque claro, si 210 gemas en siete colores no resultasen vistosas, apaga y vámonos.
Lo bueno
- La mayor parte del tiempo manejamos demasiada poca información como para poder actuar con criterio.
- Por paradójico que suene, su precio podría haber sido más económico si no se tratase de una edición multi-idioma. Tan solo utilizamos un tercios de las cartas incluidas y el inserto incluso cuenta con un hueco para «enterrar» las que no tocaremos jamás.
Lo malo
Sitio oficial Morapiaf