Basta con darse un paseo por nuestras calles o, sencillamente, encender la televisión, para darnos cuenta del continuo acoso y derribo al que nos tiene sometidos el mundo de la publicidad. La metralleta del dios de las Ventas nos dispara anuncios continuamente para meternos en el coco nuevos deseos y necesidades, incitándonos a comprar indiscriminadamente los productos ofertados. Sin duda, la publicidad es una de las hijas predilectas de nuestra época, pero hace casi sesenta años hubo dos autores que ya sabían lo que ocurriría: Frederik Pohl y C. M. Kornbluth.
‘Mercaderes del espacio’, publicada por primera vez en 1953, fue la novela en la que aglutinaron sus inquietantes predicciones. El mundo distópico que nos presenta es una sociedad dominada por las grandes compañías, en la que los gobiernos son poco menos que peleles a su servicio, y en la que las formas de embaucar a los ciudadanos han alcanzado unas cotas de efectividad inimaginables. En esta sociedad, la gente se divide en consumidores (la gran mayoría) y clases altas que son las que manejan los hilos de la publicidad. En este último grupo se encuentra Mitchell Courtenay, prota de esta historia y creativo de la poderosa agencia Fowler Schocken.
Courtenay está satisfecho con la forma de vida que se describe en la novela, y cree que el nivel de vida de la gente no podría ser mejor. Poco imagina que acabará viviendo en sus propias carnes los efectos de la maquinaria publicitaria que él ha ayudado a configurar. Todo comienza cuando recibe un importante encargo. Se está preparando la colonización de Venus y su compañía se frota las manos: ¡un planeta entero a su disposición para extender sus redes, explotar sus recursos y montar una colonia humana a su gusto! Y su misión consiste precisamente en hacer que este peligroso viaje resulte una increíble aventura a ojos de la gente, para enrolar a todos los voluntarios posibles para embarcarse en él.
No obstante, en mi opinión el desarrollo de esta trama no es precisamente el punto más fuerte de la obra. No se hace aburrida, pero no deja de ser bastante normalita: se echa de menos alguna sorpresa más en los acontecimientos, los personajes secundarios no están demasiado desarrollados y la evolución del protagonista termina siendo un poco predecible.
Por fortuna, la acertadísima visión del futuro que dan los autores, el humor ácido que despliegan en muchos pasajes y sus reflexiones en torno al mundo de la psicología publicitaria, son suficientes como para olvidar cualquier otro posible defecto. Es admirable que hayan pasado más de 50 años, y que la sociedad que nos describieron entonces se parezca tanto a la nuestra. Además, también supieron predecir problemas del nuevo milenio como la sobreexplotación de los recursos naturales, la sobrepoblación, los contrastes entre la riqueza extrema y la absoluta miseria que se dan en los países desarrollados, y la proliferación de lujos superfluos que a pesar de las apariencias no han servido para mejorar la calidad de vida de la raza humana.
Por todo ello, ‘Mercaderes del espacio’ es una lectura recomendable para cualquier amante del género. Ya digo que esperaba algo más del desarrollo de la historia, pero la distopía que nos presenta es sensacional. Por otra parte, no dudéis que al terminarla os quedará un nudo en el estómago por el mundo que habréis presenciado, pero también encontraremos un hueco para la esperanza, al contrario que en otros clásicos indispensables como ‘1984’, que te deja una melancolía que no se cura ni con Prozac.
Aviso a navegantes: Esta reseña es una crítica a la carta cuyo tema ha sido elegido por los propios lectores de Zona Fandom. Si quieres ayudarnos a decidir la próxima obra de la que hablaremos solo tienes que dejar un comentario.
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