‘Daredevil: Zona cero’, tras la sombra de Frank Miller

A mediados de los años 80, Frank Miller dio la versión definitiva de Daredevil en los años en que estuvo capitaneando su cabecera. Un título que se había dado ya por perdido, y que iba a cerrar, con lo que Miller consiguió libertad plena para sus planes, lo que lograría que Daredevil se colocara en la lista de los títulos preferidos por los lectores.

Miller definió al Matt Murdock definitivo, creó a un icono como Elektra, y dejó sentadas las bases en las que otros guionistas basarían sus relatos durante más de veinte años. Es por eso que, cuando Miller dejó la colección en 1986, la papeleta de quién le sustituirá no era poca cosa. Ann Nocenti, una mujer que tenía entre sus lecturas favoritas a autores como McLuhan o Chomsky, era entonces editora en Marvel y «protegida» de Chris Claremont, con el que había colaborado en su brillante etapa guionizando las series de mutantes, que en ese momento vivían una de sus mejores épocas.

Nocenti sabía que sustituir a Miller sería difícil, y prefirió cambiar el enfoque de la serie: lo circunscribió más a su barrio natal, la Cocina del Infierno neoyorkina, e hizo de las problemáticas sociales uno de sus temas favoritos; temáticas que, en la época, no fueron exclusivas de la serie. El racismo, la exclusión social, las drogas, la corrupción… fueron temas que Ann tocaría.

En ‘Daredevil: Zona cero’ se recopila la primera etapa de esta guionista en la serie del Hombre sin Miedo. Nocenti contó con un interesante elenco de dibujantes: entre otros, cabe destacar a Barry Windsor-Smith (‘Arma X’, ‘Conan’), Sal Buscema (‘Vengadores’), Rick Leonardi, y, sobre todo, uno de los grandes que pasaría por Daredevil: John Romita Jr. Panini recupera en este tomo, junto con el resto ya editados (‘Daredevil: María Tifoidea’ y ‘El diablo en el infierno’) y por editar (‘El ocaso de los ídolos’), esta interesante etapa de la serie que tuvo una edición errática y desafortunada en Fórum en su momento y que ahora podemos leer de una forma mucho más cómoda y con los siempre interesantes artículos introductorios de Julián M. Clemente.