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V. Kingdom Come

‘ZOT!. 1987-1991’, sublime

Zot portada

Publicada hace seis años por Astiberri en dos volúmenes ya descatalogados tiempo ha, Planeta ha querido aprovechar el ser poseedora actual de los derechos sobre la obra de Scott McCloud —ya hemos visto de su mano uno de los libros teóricos del autor y su magistral ‘El escultor’— para rescatar, en esta ocasión bajo un único tomo, las páginas en blanco y negro con las que el estadounidense dejó claro hace casi tres décadas que era poseedor de una voz única dentro del abotargado mundillo del noveno arte al otro lado del Atlántico.

Y es que en los veintiséis números recopilados en este pequeño gran volumen McCloud redefinió, muchas veces casi de casualidad, otras siendo muy poco consciente de lo que estaba haciendo, el cómic de superhéroes de una forma como no se había hecho hasta entonces. Para empezar, Zot, el protagonista que da nombre al cómic —y cuya pronunciación es exacta a la de término anglosajón «thought», pensamiento—, es un chaval que no tiene más poderes que su simpatía y ganas de arreglar el mundo, y que lucha contra los malos ayudado por unas botas gravitatorias que le permiten volar y una pistola que no parece ser muy letal. Ese punto de partida es el que sirve al autor para caracterizar de forma envidiable no sólo a nuestro protagonista, del que volveremos a hablar en unos momentos, sino a toda la caterva de personajes que van apareciendo a su alrededor, ya sea en su Tierra como en la nuestra. La diferenciación entre ambas —la de Zot es una versión de la nuestra donde todo es perfecto— es el motor silente de la gran mayoría de los números de la serie, ya esté presente o sólo en el pensamiento de Jenny, la actriz principal del gran teatro que es la obra de McCloud.

Una obra cuyas dos partes permiten un fácil acercamiento a la hora de poder abordarla. En la primera de ellas, que abarca desde el número once hasta el veintisiete, el autor toma prestados a todos los villanos que introdujo en los diez primeros números a color —de los que el mismo reniega en parte por considerarlos demasiado casuales e improvisados— para dar toda una lección sobre cómo escribir un buen cómic de aventuras que al mismo tiempo no sea una sucesión descerebrada de tortas y poses heróicas, sino que vaya introduciendo de forma sutil y sobre todo muy natural una cualidad nada desdeñable de slice-of-life. Esta mezcla permite a McCloud construir un cómic que, apoyado en su simple pero adecuado grafismo —en constante evolución y sometido a muchas experimentaciones—, va rompiendo moldes para darle la vuelta a muchos de los cánones asociados al género superheróico de los que en 1987 todavía se daban por válidos.

Zot interior

A diferencia de los replanteamientos que Miller o Moore habían hecho poco antes que él con ‘Dark Knight’ o ‘Watchmen’, la aproximación del autor al género no abandona el tono colorista que siempre le había acompañado hasta entonces, residiendo la genialidad de ‘Zot!’ en volver del revés a muchos arquetipos del tebeo de superhéroes desde dentro, sin necesidad de radicalizar su postura. Para ello, McCloud parte de una aproximación audaz acerca de los villanos, diferenciándolos en dos tipos, los chillones y con poco poder, que siempre son ridiculizados por el protagonista, y los silenciosos y poderosos, cuyas motivaciones y acciones son caldo de cultivo para lo mejor que tiene que ofrecer la serie en cuanto al género se refiere.

Así, tanto Dekko, como Zybox y 9-Jack-9 representan, en palabras del autor «un futuro creíble cuando los creé en los ochenta, y nada ha cambiado en los últimos veinte años que me haga cambiar de idea». Una frase que no sólo sirve para resumir la solidez con la que el autor crea a sus villanos —los números en los que aparece 9-Jack-9 son magníficos— sino que es aplicable a la totalidad de ‘Zot!’: para ser una serie que ha cumplido casi treinta años, todo lo que la hizo grande en su momento se ve aumentado por la distancia y la constatación de lo «actual» de muchas de las reflexiones que McCloud arroja en las páginas de su cómic. Y si esto es aplicable a esa primera parte de Héroes y Villanos —atención a las conversaciones entre Jenny y Woody, o al número en que Max le explica como capturar la esencia de la naturaleza en una pintura—, lo es mucho más en los que se alzan como lo mejor de la serie, Las Historias de la Tierra.

En ellas, el autor —que ha virado de forma drastica el devenir de la colección con un acontecimiento que, tranquilos, no desvelaré— abandona de pleno el género superheróico y aventurero para dedicarse en cuerpo y alma a ese sesgo de realidad que había ido introduciendo con anterioridad, consiguiendo en el esfuerzo los mejores números de la cabecera: a través de historias que van incidiendo sobre algunos de los muchos secundarios de la misma, McCloud elabora un análisis preciso de la sociedad norteamericana de la época con especial atención a las inquietudes de los jóvenes, arrojando unas conclusiones que no han perdido un ápice de su contundencia. Todo ello queda envuelto en una narrativa que no cesa en sus experimentaciones y en la búsqueda de sus límites, alcanzando el cenit en ese número treinta y cinco que el autor orquesta alrededor de dos personajes, Zot y Jenny, un único espacio, la habitación de ésta y un tema, el sexo. Un número para el que faltarían calificativos y que resume a la perfección el espíritu de una serie brillante por la que no ha pasado el tiempo y, probablemente, no pasará.

Zot! 1987-1991

  • Autores: Scott McCloud
  • Editorial: Planeta DeAgostini
  • Encuadernación: Cartoné con guardas
  • Páginas: 576 páginas
  • Precio: 33,25 euros en

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