Por más que en su largo transcurrir editorial hayan habido etapas más o menos destacables entre las que cabría señalar las de Byrne o aquella que dibujó Deodato en los 90, a la hora de hablar de ‘Wonder Woman‘ son las historias con las que George Pérez revitalizó al personaje tras las ‘Crisis en Tierras infinitas’ las que se consideran canónicas con respecto a la amazona, los dioses del Olimpo y toda la galería de secundarios y villanos que componen el universo de Diana.
Separarse de dicho canon es algo que, desde que Pérez abandonara al personaje se ha hecho en alguna que otra ocasión, pero nunca de la forma tan drástica y brillante como la que ha venido planteando Brian Azzarello desde que la serie arrancara de nuevo tras ‘Flashpoint‘ en septiembre de 2011.
A priori, el guionista de ‘100 balas‘o ‘Spaceman‘ no se antojaba como el escritor idóneo para aproximarse a las particularidades de un personaje cuya idiosincrasia está enclavada en una mitología y una iconografía explorada hasta la saciedad en los casi setenta y dos años que han transcurrido desde que William Moulton Marston la hiciera aparecer por primera vez en diciembre de 1941.
Y es precisamente por eso, por alejarse completamente de lo que todo el mundo esperaba, por lo que podemos afirmar sin temor a equivocarnos que, de seguir así, Azzarello, Chiang y Akins van a terminar por concretar la mejor y más fresca aproximación que se haya hecho nunca acerca de la septuagenaria superheroína.
Desde el primer número, el guionista ha ido reinventando, no sólo el status quo de la protagonista (con pinceladas muy sutiles que han trastocado su origen y algún que otro detalle más que no desvelaré) sino el de los dioses que siempre le han servido a los escritores que le precedieron para magnificar el carácter épico de las aventuras de la amazona.
Para conseguirlo, Azzarello ha modernizado a las deidades clásicas, otorgándoles un papel mucho más activo que en etapas anteriores de la cabecera y haciendo además que el gran Cliff Chiang, del que hablaremos algo más abajo, altere por completo su fisionomía para alejarlos de la iconografía con la que normalmente se identifica a Hera, Hades, Poseidon, Hermes, Discordia o Apollo.
Estas versiones 2.0 de los todopoderosos seres equilibran de una forma magnífica una visualización más humanizada de los mismos con aquellos actos que el escritor les hace cometer en la lucha de poder por el trono del Olimpo que arrancaba desde el primer número ante la ausencia de un Zeus al que todavía no se le ha visto el pelo por las páginas de la colección.
En el número de ECC que nos ocupa, que recoge del 9 al 12 americanos, Wonder Woman sigue como peón (o eso parece) del juego de poder entre los hijos del dios de dioses, un juego que la llevará desde las profundidades de un inframundo que nunca ha sido visualizado con tanta fuerza a las alturas del Monte Olimpo donde, por fin, se decidirá el destino del trono de los dioses.
Trabajo a cuatro manos entre los magníficos lápices de Cliff Chiang y los no menos espléndidos de Tony Akins, el dibujo de ‘Wonder Woman’ es, sin lugar a dudas su punto fuerte, concretando ambos autores unas páginas geniales llenas de ritmo en un esfuerzo alternado que consigue que los guiones de Azzarello luzcan muchísimo mejor de lo que lo harían en manos menos hábiles, y todo ello mediante una narrativa limpia que tiene su mejor escaparate en la sencillez del trazo de los dos artistas.
Sólo queda esperar que, en esa deleznable práctica habitual que le hemos visto desde que el NUDC se inaugurara, DC no se «cargue» la que actualmente es una de sus cinco mejores series, una que, con voz propia ha sabido alejarse de los bajos estándares que vienen arrastrando casi todas las demás cabeceras de la editorial para establecerse como una de las lecturas norteamericanas mainstream más refrescantes de la actualidad.
- Autores: Azzarello, Chiang y Akins
- Editorial: ECC
- Encuadernación: Rústica
- Páginas: 96
- Precio: 8,95 euros
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