Sé que es una reflexión bastante arquetípica y que, en más de una ocasión, he escrito algo parecido en alguna que otra reseña pero no puedo evitar pensar, una y otra vez al asomarme a productos como ‘Tinieblas‘, lo que pensaría el adolescente que creció durante los ochenta al comprobar que la alta fantasía, esa que hace cuarenta años sólo existía en la literatura —en la que cabía encontrar entonces, claro— y en contadísimos ejemplos del noveno arte, iba a ser género universalizado hasta tales extremos que se invertirían desorbitadas cantidades de dinero para poder poner en pie un imposible como ‘El señor de los anillos. Los anillos de poder’, una serie que, en cierto modo —y no me vais a arrastrar al ruedo de las descalificaciones sobre la misma porque, sinceramente, me parece que hay mucho y muy bueno que valorar en ella— es epítome del vuelco que supuso hace veinte años que la tercera entrega de las adaptaciones de ‘El señor de los anillos‘ llevadas a cabo por Peter Jackson arrasara en la entrega de los Oscar llevándose 11 premios de la Academia.
Ahora bien, que se pueda encontrar alta fantasía allí donde miremos, no implica, por supuesto, que toda raye a la altura a la que lo hizo —y lo sigue haciendo— ese modelo por el que casi toda nueva obra quiere medirse que es el universo creado por J.R.R. Tolkien; y ‘Tinieblas’ es un buen ejemplo de que, aunque se ponga muchísimo empeño en dejar atónito al lector a cada batir de página, los resultados no tienen porque ser tan espectaculares como cabría esperar. Y es que, cuando un volumen viene firmado por Christophe Bec, es habitual que nos movamos entre dos mundos bien distintos: el de historias que entretienen a manos llenas y aquellas que, o bien fallan en éste propósito, o bien se mueven en oscuros territorios de esos que hay que evitar a toda costa para que el bolsillo no se resienta.
Anclado en el primero de los dos últimos grupos, a ‘Tinieblas’ le pasa un poco lo que, en su momento, le pasaba a ‘Prometheo‘, otro de esos relatos de épica desproporcionada salidos de la imaginación del francés que, sustentado bajo una constante voluntad de tenernos sorprendidos, terminaba dando paso a cierto hastío derivado de la permanente huída hacia adelante que es la trama. No cabe duda que el tiempo transcurrido entre uno y otro trabajo ha permitido que Bec pula sus fallas más aparentes pero, a juicio del que esto suscribe, siguen aflorando suficientes «detalles» para que, aquí y allá, se nos quedé muy corta esta historia poblada por dragones y héroes legendarios. Eso sí, al César lo que es del César, el dibujo de Iko, aunque algo desconfigurado en las proporciones de los rostros de sus personajes, se ancla con firmeza en mostrar con todo lujo de detalles la épica a bofetadas que dimana del guión, y hay aquí páginas y más páginas que, aunque sólo sea por lo que muestran, y no por lo que narran, son dignas de una buena sesión de asombro y maravilla. Y eso, estoy seguro, será más que suficiente para que los amantes más desaforados del género caigan de buen gusto en los brazos de este grueso integral publicado por Yermo. Que así sea.
Tinieblas
- Autores: Christophe Bec e Iko
- Editorial: Yermo
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 252 páginas
- Precio: 45 euros




