De entre todas las incontables películas que he podido llegar a ver a lo largo de mi vida, ‘Eyes Wide Shut‘ es probablemente la única con la que a día de hoy, 24 años después de su estreno, sigo manteniendo una singular relación de amor/odio: desde su estreno en 1999, la habré visto como cuatro o cinco veces y siempre se ha cumplido una extraña alternancia, si la última vez que la revisé me pareció algo fascinante y la prueba evidente del genio que fue Stanley Kubrick, la siguiente me resultará un truño infumable y el lamentable testamento de un cineasta que cuenta en su haber con auténticas maravillas. Mi primer acercamiento en el cine estuvo en esta última línea. El segundo, ya en DVD —porque soy así de masoquista y la compré en formato doméstico—, aterrizó de lleno en la primera. Y así hasta hoy. ¿Que por qué traigo a colación la cinta de Kubrick? Fácil, porque con ‘Rorschach‘ me pasado lo mismo en las tres ocasiones que ya he tenido oportunidad de leerlo —en su cadencia mensual—, releerlo—en el HC de DC— y volverlo a revisar en esta edición de ECC, el resultado ha sido, expresándolo en una única palabra: rechazo, amor, rechazo. Y bajo el paraguas de este último sustantivo es que vais a encontrar las siguientes reflexiones.
He leído ‘Watchmen‘ más veces de las que sería capaz de recordar. Me encanta —o me suele encantar— lo que sea que Tom King tenga a bien regalarnos. Y adoro el trabajo de Jorge Fornés y su extrema elegancia sobre el tablero. Así que, cuando DC anunció esta maxiserie de 10 números en la que, misteriosamente, se retomaba el mejor personaje de la legendaria cabecera de Alan Moore y Dave Gibbons, mi aplauso fue inmediato. Pero, desafortunadamente, el guionista de ‘Strange Adventures‘ no trae aquí la misma magia con la que sí ha conectado en otras instancias de su tebeografía. Y es que no puedo sino ser muy categórico con respecto a las sensaciones que ha traído, otra vez, la lectura de ‘Rorschach’. Unas sensaciones que podría resumir de muchas maneras pero que, en esencia, quedan recogidas en esta sentencia exclamada: ¡¡menudo tedio!!
Este es el primer proyecto de DC que siguió a la fascinante ‘El reloj del juicio final‘ después de que el trabajo de Geoff Johns y Gary Frankretomara a los personajes de ‘Watchmen’ y los insertara en el normal devenir del Universo DC, y era normal pensar, al menos a priori, que lo que fuera que Tom King desarrollara con ‘Rorschach’ iba a conectar con la propuesta hecha en la citada maxiserie. Nada más alejado de la realidad. El Rorschach de esta serie no es el de la serie de Johns y Frank. Es más, es que este título no tiene absolutamente nada que ver con dicho proyecto. Vamos, que si me apuráis, salvo alguna referencia suelta, ‘Rorschach’ tiene poca o ninguna relación con el ‘Watchmen’ original y podría considerársele perfectamente como una lectura autocontenida: experto en subvertir expectativas, King convierte a Rorschach en un actor secundario en su propio título. De hecho, se podría hasta que, al margen de la aparición de algunos de los personajes llevando su reconocible máscara, este cómic es casi de casualidad uno de Rorschach, sin ese detalle del uniforme que llevara Walter Kovacs, esto podría ser un relato en la línea de ‘True detective‘, así que no esperéis dinámicas alguna de un tebeo de superhéroes por estos lares.
Que ni tan mal ¿eh? No me malinterpreteis. De hecho, ya sabéis que con mi particular alejamiento de la continuidad a todo gas, estoy a favor —muy a favor, como ya he comentado una y otra vez— de todo lo que suponga sorprenderme y se salga de los estándares de la DC más tradicional. Pero lo que aquí nos encontramos puede llegar a ser tan aburrido como cualquier tebeo de superhéroes al uso. Para entender esto, tengo que apuntar algunos de los mimbres sobre los que se construye el entramado que King urde, pero no temáis, me basta con recorrer la premisa, no habrá destripes de nada: ‘Rorschach’ nos sitúa en 2020, con el presidente Robert Redford buscando ser re-elegido. Pero su candidatura corre peligro ya que el candidato Republicano, un tal Turley, está levantando muchas expectativas. Y entonces hay un intento de asesinato de Turley que casi acaba con su campaña. ¿El perpetrador? Un anciano irreconocible que lleva una máscara de Rorschach en la que se encuentran las huellas de Walter Kovacs. Pero Kovacs murió casi 35 años antes ¿no?
Y, sí, sé lo que estáis pensando, que el Dr. Manhattan no lo mató, que simplemente lo transportó a otra parte —que es algo que siempre ha estado presente en las teorías sobre el personaje cuando se habla de ‘Watchmen’— y que es eso sobre lo que King va a trabajar. Pues no, os equivocáis. NO van por ahí los tiros. A partir del intento de asesinato, los responsables de la campaña de Turley contratan a un detective privado para que investigue a quiénes eran los tiradores y si están conectados de alguna manera a Redford, y es a este investigador a quien seguimos mientras va desmadejando el misterio alrededor de este Rorschach y de su cómplice, una tiradora de 19 años. E, insisto, ¡¡vaya investigación más letánica y poco interesante!!: ninguno de los dos asesinos en potencia resultan lo suficientemente interesantes como para justificar la suma atención que se les presta, y el detective es tan gris e intrascendente que sino fuera porque lo he mirado, ni siquiera tiene un nombre que se recuerde con facilidad. Y lo mismo se puede decir del elenco de secundarios: Turley es un político estándar y los que se mueven a su alrededor sólo hacen su trabajo.
Hay muy poco que mueva la historia, y conforme ésta va avanzando siempre estamos a la espera de que King haga algo más que llevarnos a través de los nada apasionantes detalles que llevaron a los asesinos a su sangriento destino. No sé si compartiréis esta opinión, pero creo que no habrá nadie que, leyendo ‘Rorschach’ haya estado impaciente por saber si el nuevo Rorschach y Laura, la chica de 19 años, estaban conectados de alguna manera a la campaña de Redford, pero eso es por lo que King apuesta…y es una apuesta que, a nuestro parecer —a nuestro actual parecer, cabría precisar de nuevo—, es completamente errónea porque, sinceramente, no nos podría importar menos, sobre todo cuando se descubre el pastel en torno a los dos protagonistas. ¡Ah! y que sepáis que los políticos en altas esferas son corruptos hasta la médula…¡¡¡sorpresa!!!
Menos mal que, como decíamos antes, tenemos algo a lo que asirnos y, aunque lo que vemos de Jorge Fornés no está entre lo más impresionante que le hemos podido ver —porque, seamos francos, no se le exige dibujar nada particularmente espectacular—, nuestro compatriota extrae oro de donde no lo hay gracias a su atención al detalle y la precisa configuración de sus personajes. De un guión que es, en su mayor parte, gente hablando en habitaciones decoradas con austeridad, Fornés se las apaña para destilar un conjunto visualmente interesante y las ocasionales splashs son puntos álgidos de la lectura, sobre todo la última, que es una de las pocas sorpresas de rigor que hay en la historia, aunque carezca de significado y venga cargada de cierto mensaje nihilista. A ver, que algún detalle sorprendente hay —en cierto momento, bastante jocoso, por cierto, Frank Miller es uno de los personajes de los que echa mano King— pero en su inmensa mayoría ‘Rorschach’ es de esas lecturas que inducen al coma, que requiere muchísima paciencia para llegar a su final, que no ofrece recompensa que compense el enorme esfuerzo invertido en su lectura y que deja, en su impresión última, con un relato aburrido lo cojas como lo cojas.
Pero todo lo anterior, como decía, es mi opinión HOY. A saber si la próxima vez que lea ‘Rorschach’ sigo pensando igual…si es que hay próxima vez, claro.
Rorschach
- Autores:Tom King y Jorge Fornés
- Editorial:ECC Ediciones
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 320 páginas
- Precio: 39.50 euros