Tras los magistrales resultados que la excelsa etapa de Garth Ennis había dejado en ‘Punisher‘ el hecho de que nunca haya visto a Frank Castle como un personaje susceptible de un tratamiento que no sea el adulto se veía multiplicado por diez. Y es por esta razón, y no por ninguna otra más peregrina, por la que en su momento critiqué sobremanera la cancelación de la cabecera MAX dedicada al personaje y miré con mucho recelo el arranque de esta etapa guionizada por Greg Rucka de la que nos llegaba el pasado febrero su segundo volumen.
Tanto es así, que los nueve números recogidos en el anterior tomo por parte de Panini, me parecían de una sosez apabullante y ni la labor de Checchetto ni el hecho de que Rucka se esforzara por apartarse de los patrones establecidos por Ennis conseguían engancharme a una lectura bastante anodina que no salía airosa de dibujar a Frank Castle como una mole silenciosa que habla a través de sus violentas acciones.
Pero hete aquí que las constantes incursiones de la política editorial marvelita en sus series obligan a Rucka a colaborar con Mark Waid de cara a cruzar los destinos de Castle con los de Daredevil, ya que el primero quiere echarle el guante a ese Efecto Omega al que hace referencia el título, un disco de moléculas inestables que Waid ha introducido en su magistral serie del hombre si miedo y en el que se ha grabado toda la información referente a las más poderosas organizaciones de criminales del Universo Marvel (ya se sabe, Hydra, I.M.A…).
El partido que, para su particular cruzada, puede sacar Castle de dicho disco se topa de frente con la voluntad de Matt por destruirlo, añadiéndose al explosivo cóctel que ya forman ambos personajes (quién sabe si por obra y gracia de los guionistas o, de nuevo, debido a la política editorial) un Spiderman que casualmente pasaba por allí y cuyas constantes bromitas y puyas no podrían desentonar más con el oscuro y serio carácter de la narración.
La decisión de incluir al trepamuros se torna como el punto negro de tres números bastante correctos que dan paso a otros seis en los que Rucka, ya en solitario, sigue explorando la relación de Castle con Rachel, la marine cuya familia era asesinada al comienzo del volumen anterior y cuya sed de venganza le llevará a aliarse con el Castigador en su lucha.
Sorprendentemente, la mayor elocuencia con la que Rucka caracteriza aquí a su protagonista, las situaciones en las que envuelve a los dos «Castigadores» y, de nuevo, el más que correcto trabajo que Checchetto concreta a los lápices (junto a Colak y Suayan) hacen de la lectura de este segundo volumen una experiencia mucho más satisfactoria que el trance de la primera entrega.
- Autores: Waid, Rucka, Checchetto et al.
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 200
- Precio: 15,95 euros
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