COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

Planeta golpea dos veces (II)

Sé que el título de esta entrada es una manera muy poco específica de hacer referencia a lo que incluye, pero me pareció tan curioso que Planeta Cómic apostara dos meses seguidos por el formato de Es novela gráfica, que no pude evitar pensar en que, igual que hicimos hace unos días con la doble entrada dedicada a ‘El gran Gatsby‘ y ‘La Revolución Rusa contada para escépticos‘, la ocasión la pintaban calva para volver a repetir formato; máxime cuando, por añadidura, uno de los dos títulos que hoy os traemos también es adaptación de una novela, algo que, como ya os decíamos, ha sido una constante cada vez más presente que este 2023 nos ha traído considerables alegrías de las que, perded cuidado, hablaremos durante la próxima semana en nuestro resumen de lo mejor del año. Ahora bien, allí dónde hace una semana sólo teníamos elogios para los dos citados títulos que recogíamos en ese Planeta golpea dos veces (I), aquí tenemos que ser algo más críticos, sobre todo con esa traslación a viñetas de ‘El lejano país de los estanques‘, novela políciaca publicada a finales de los 90 por Lorenzo Silva que encuentra desiguales resultados en su paso a la narrativa secuencial.

Y es que, desafortunadamente, es este volumen un claro ejemplo de esos en los que el maridaje entre guión y lenguaje visual no se logra con la intensidad que estimamos necesaria. Dicho de otra manera menos poética, allí donde el trabajo de Rodolfo Santullo en interpretar cómo trasladar las claves del relato de Silva al lenguaje del tebeo funciona con considerable eficacia, y el ritmo del relato es fantástico, lo que compete a Carol Medina no nos convence. Quizás no cabría utilizar aquí la coletilla «en absoluto», porque ni soy persona de absolutos, ni me creo en posesión de la verdad ni me considero incapaz de valorar, siempre, el esfuerzo que hay detrás —el enorme esfuerzo, cabría precisar— de la elaboración de un cómic. Pero esto es arte y, como tal, está sujeto al ojo del que lo mira, a sus filias y a lo que resuena con ellas, y ni el dibujo ni la narrativa de Medina resuenan con las mías.

Dando mayor relevancia a personajes que a unos fondos que en no pocas ocasiones no pasan del color plano, esa predominancia de la figura sobre el entorno choca de frente con el hieratismo con el que Medina las configura y con lo en ocasiones limitado de su corrección anatómica. Todo ello conforma un escollo que, aquí y allá, deviene en considerable dificultad, no para hacerse con el sentido de la acción y lo que sea que esté pasando en la trama —no hay aquí problemas de claridad narrativa, afortunadamente— sino para poder ser capaz de separar lo que nuestra mirada se encuentra de lo que la historia va desplegando. Lograda tal escisión, nos apena no apreciar los esfuerzos de la dibujante cuando, como decíamos, el relato imaginado por Silva y reimaginado por Santullo es uno de esos thrillers policiales capaces de mantenerte intrigados hasta el último momento. Y ya sabéis, por las incontables veces en que lo he comentado, lo mucho que valoramos esa cualidad por estos lares.

En firme contraposición a las sensaciones que nos termina dejando ‘El lejano país de los estanques’, ‘Al son de un fado‘ se alza como un sólido y compacto vehículo con el que Nicolás Barral nos acerca a la realidad — a la probablemente desconocida realidad, cabría apostillar— de la Portugal de 1968, una que lleva cuarenta años bajo el régimen dictatorial de António Salazar y que, en lo que las viñetas del artista francés nos cuentan, comienza a tocar a su fin cuando este hermoso relato transcurre. Pero la novela gráfica no se centra en una gran epopeya en torno al término de cuatro décadas de gobierno dictatorial, sino que centra su mirada en un curioso personaje, un médico llamado Fernando que ha aprendido con los años a pasar de puntillas por su vida y por la de su país, preocupado más por sus muchos escarceos amorosos con mujeres casadas que por lo que sus congéneres necesitan de él. Más todo eso, por supuesto, va a cambiar por el fortuito encuentro con un chaval que, sin pretenderlo, va a poner patas arriba el mundo de este vividor.

De ritmo pausado pero decidido, como el de la música cuyo nombre lleva, el relato de Barral se va haciendo hueco bajo la piel del lector hasta que, casi sin que nos demos cuenta, nos ha atrapado por completo y sentimos como nuestra esa singular idiosincrasia que rodea al protagonista, llevados como estamos por la espiral de acontecimientos a la que éste se ve arrastrado. De hecho, resulta casi imposible no sentir una fuerte empatía con la transición de la indiferencia a la implicación con la que Fernando Pais termina por contemplar su vida, y las ataduras emocionales que se van creando, ya no sólo con el personaje principal sino con alguno de los secundarios es signo inequívoco de que algo espléndido tenemos entre manos.

Y si espléndido es el relato que Barral cose en estas páginas, aún más lo que pone en juego con un estilo que nos recuerda, y mucho, a Pascal Rabaté pero que, en sucinta contraposición a la libertad y soltura de la que el autor de ‘Bajo los guijarros, la playa‘ suele poner en juego en sus páginas, queda más controlado en las planchas de un compatriota que hace de la sutil caricatura su fuerte en la definición de personajes y que, con la delicadeza con la que trata el conjunto, nos traslada de manera indefectible a una época y un lugar que pertenecen a otro mundo muy diferente en el que ahora vivimos. Sólo por eso, por la precisión en la que se dibuja la Lisboa de hace seis décadas, vale ya la pena, y mucho, asomarse a las páginas de esta muy notable novela gráfica.

Al son de un fado

  • Autores:Nicolás Barral
  • Editorial: Planeta Cómic
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 168 páginas
  • Precio: 25 euros
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Al son de un fado (Novela gráfica)
  • Barral, Nicolas (Author)

El lejano país de los estanques

  • Autores:Rodolfo Santullo y Carol Medina
  • Editorial: Planeta Cómic
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 120 páginas
  • Precio: 22 euros
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