‘Marvel Premiere El Inmortal Hulk Volumen 8: El guardián de la puerta’, suma y sigue este clásico moderno que ha encandilado a todo el fandom

Leer como desde la editorial Panini avanzan que en un futuro cercano (allá por el mes de octubre) dispondremos de una nueva edición del presente material, esta vez en formato Marvel Deluxe, nos dice bastante acerca de una colección que en tiempo récord ha visto la luz en grapa, tapa blanda y, ahora, tapa dura. Esto es algo que no está al alcance de todos los tebeos, solo aquellos que cuentan con un interés mayúsculo de cara al aficionado pueden gozar de tan magno privilegio. Mientras llega tan señalada fecha podemos disfrutar con este ‘Marvel Premiere El Inmortal Hulk Volumen 8: El guardián de la puerta’, una nueva entrega con la que enfilamos la recta final de la recopilación popular de la maravillosa etapa del gigante esmeralda con un Al Ewing al frente en estado de gracia. ¿Quién iba a decirnos que se podía facturar una versión tan terrorífica del forzudo personaje? En el pasado se había intentado dar ese toque de horror con aquellos cómics guionizados por Bruce Jones e ilustrados por Mike Deodato Jr, unos números más que interesantes y originales que Ewing ha sabido mejorar y aprovechar las posibilidades del personaje y su entorno. Tomando a El Líder como eje de toda la trama, el guionista británico ha puesto a Hulk (y sus distintos alter egos) junto a secundarios como Betty Ross, Rick Jones o Doc Samson en un argumento que convierte a los rayos gamma en una suerte de maldición que, con la nueva inmortalidad adquirida, es sinónimo de un mayor número de problemas para todos.

Un planteamiento que saca el máximo provecho a localizaciones como la puerta verde, el purgatorio o el portal de resurrección. Sí, toda una sorpresa de conceptos que funcionan a la perfección con el tono que Ewing ha imprimido a la colección desde el primer número. Un lugar lúgubre en el que todos queríamos enterrar nuestros secretos más oscuros, un saco donde guardar los aspectos más negativos de nuestra existencia. Esto es algo de lo que los enemigos de Banner intentarán sacar provecho, convirtiendo este emplazamiento en una fuente de motivos para sacar lo peor de la verdosa criatura. Un volumen, esta octava entrega, que va a rescatar del pasado del personaje a su versión diabólica, una interpretación que data de los días en los que Bill Mantlo y Mike Mignola estaban al frente de la cabecera y que, años más tarde, sería usada de nuevo por Paul Jenkins y Ron Garney. Un elemento que se complementará con la presencia de otros viejos conocidos como Titania, El Hombre Absorbente o los Gamma Flight con Puck a la cabeza. Queda claro que Ewing, de cara a la resolución final, ha decidido poner toda la carne en el asador y poco a poco está colocando cada pieza en su sitio. Por suerte para nosotros, Joe Bennett consigue hacerse cargo de todas y cada una de las páginas que componen este nuevo volumen, dejando claro que no todo el mundo está capacitado para plasmar en papel la inmensa cantidad de ideas retorcidas que nos vamos a encontrar. Brutalidad, locura, visceralidad y la pura definición de lo grotesco, todo ello consigue dar como resultado un terrorífico drama río que, a la postre, se ha convertido en una de las mejores lecturas de las últimas décadas. No descarten que en un futuro sea recuperada en un nuevo formato. El material bien lo merece.