Si este artículo hubiera venido firmado por mi yo de hace unos años, aquél que bebía los vientos de manera incondicional por los tebeos de superhéroes, que toleraba todas las idas y venidas de la continuidad, que no tenía reparo alguno en someterse a todas las latitudes de lo que el evento anual de turno, ya fuera de DC o de Marvel, quisieran ofrecerle…si este artículo hubiera venido firmado por él, es incuestionable que las reflexiones que se hubieran hecho en torno a la figura de Chris Claremont hubieran sido completamente diferentes a las que vais a encontrar en las siguientes (¿muchas?) líneas de texto. Y es que, a día de hoy, el admiradísimo guionista londinense personifica mucho de lo que ha terminado provocando mi (casi) total alejamiento de aquello que huela a superhéroes yanquis —y continuidad, claro—, y allí donde antaño había una considerable admiración hacia algunos de los puntos cardinales de su vasta producción tebeística, hoy quedan muy limitados rescoldos. Tan pocos, que sólo me atrevería a apuntar a la mítica ‘Saga de Fénix oscura‘ como el instante puntual de lo que Claremont hizo con los mutantes al que, creo, no me importaría volver a asomarme ahora mismo a sabiendas de que, con toda probabilidad, lo volvería a disfrutar más o menos igual que siempre…y eso que, cuidado, acusa los mismos defectos —o las mismas virtudes— que el resto de su tebeografía.
Y es que esa virtud que al mismo tiempo es defecto y que tanta escuela ha llegado a crear en el cómic de superhéroes, es aquella que hace directa incidencia, no en su manera de entretejer complejas tramas e incontables sub-tramas en un todo más o menos coherente —énfasis en más o menos, que todavía tiemblo cuando pienso en el desproporcionado embrollo que fue el ‘Cross Time Caper‘ de su etapa en ‘Excalibur‘—, sino en unos diálogos omnipresentes que ignoran por completo cualquier otra disquisición y abotargan la página, importándoles muy poco si lo que están es tratando una secuencia digna del más trágico Shakespeare o una batalla a mamporrazos sacada de cualquier película de acción…de la serie que sea —y por serie, me refiero a serie A, B, C o…Z—: lo incesante de las diatribas entre personajes se hace especialmente doloroso en el segundo de los extremos, sobre todo cuando, y esto es algo que sólo la experiencia da, sabemos perfectamente que no aportan nada, que casi nunca, por no decir nunca, hay una revelación de envergadura mientras Lobezno trata de clavar sus garras de adamantium en el villano de turno o Cíclope abre sus gafas carmesí para repeler la amenaza en cuestión y que, como pasa en muchas de las páginas que hoy os traemos aquí, resulta mucho más eficaz —y, por supuesto, menos enervante para el lector— pasear la mirada por las planchas sacando cierto sentido a los acontecimientos sin echar mucha cuenta a lo que uno u otro personaje se espeta en la refriega.
Que sí, que es una característica suya y que hizo de ella todo un arte, pero habiéndome asomado a otras opciones —se me viene a la cabeza, por lo reciente de la lectura, lo bien que funciona la batalla de Crecy en el arranque de ‘El caballero del unicornio‘, sin necesidad de recurrir a diálogos que, seamos francos, siempre parecen impostados—, he llegado a un momento de mi existencia como lector de cómics en que la paciencia ante tanta cantidad innecesaria de texto es nula. Y, claro está, tener que confrontar oleadas y empellones de letras juntas en las casi novecientas páginas que suman el primer Omnigold dedicado a la mítica cabecera protagonizada por Lobezno y los dos primeros Must-Have llamados a recopilar ‘La Imposible Patrulla-X‘ —regreso por todo lo alto de Claremont a los mutantes en una clara y desesperada maniobra por parte de Marvel de recuperar un lustre que no parecía volver a los hombres y mujeres X—, se hace, como poco, cuesta arriba…para el que esto suscribe ¿eh? Que será una obviedad, pero estas líneas, como todas las que escribo, no son más que reflexiones personales hechas desde mi bagaje, mis gustos, mi experiencia y mis neuras, que alguna hay.
Empezando por el principio —por lo primero que vio la luz allá por los ochenta—, es incuestionable que el Omnigold que Panini publica de la serie regular de Lobezno llevaba tiempo siendo uno de los más esperados por los amantes irredentos del peludo retaco que es «el mejor en lo que hace». Perdido en el albor de mis primeras lecturas de cómics de mutantes, el recuerdo que guardaba de este arranque de la cabecera era el de un tebeo bastante normal, una impresión esta que, treinta años después, se mantiene casi incólume…cuando no desciende unos cuantos enteros. Innecesario es revisar de manera exhaustiva la idea detrás del arranque de la cabecera cuando por todos es sabido, bien en torno a qué se mueve —esa en la que Lobezno se llama Parche e intenta pasar sus días en Madripur sin que nadie le reconozca…¡inocentes tebeos que nos hacían creer que un parche en el ojo era suficiente para que nadie se diera cuenta del engaño!—, bien, si os habéis acercado alguna vez a ella, hasta dónde da de sí un Claremont que, por supuesto, abigarra las viñetas con infinidad de diálogos que, en la mayoría de los casos ¿lo adivináis? Exacto, son inservibles y no hacen sino lastrar hasta el hastío el avance de la acción. Una acción que, más allá de esa idea inicial, tampoco da mucho de sí, agotándose bastante rápido el recurso de mantener a Logan en un forzadísimo anonimato y mostrándose el guionista algo ineficaz a la hora de apartar la mirada del tebeo de superhéroes propiamente dicho y girar hacia la suerte de noir que amparan, con sus muy reconocibles estilos, unos más que correctos John Buscema y Gene Colan que, no obstante, no se esfuerzan en hacer de estas páginas algo memorable.
En términos gráficos, el salto cualitativo entre las aventuras en solitario de Lobezno y el regreso de Claremont a los salones de ‘La Imposible Patrulla-X’ es de órdago. A fin de cuentas, de unos Buscema y Colan en «modo automático» pasamos a la intermitente espectacularidad de Alan Davis. Intermitente no porque el británico tenga altibajos en sus formas —nada más lejos de la realidad— sino porque, desgraciadamente, sus páginas deben compartir espacio con Olivier Copiel en el primer volumen y con Andy Park en el segundo: por más que el segundo nos apasione, aquí estamos ante un trabajo considerablemente bisoño comparado con lo que nos ha dejado después, y de Park sólo puedo decir que cumple, sin más. Así las cosas, es evidente que cada vez que el artista de ‘El clavo‘ hace acto de presencia, sus magníficos lápices, las no menos portentosas tintas de Mark Farmer, el superlativo color Frank D’Armata, lo fluido y espectacular de su narrativa, el maravilloso entendimiento de las mecánicas del tebeo de superhéroes…todo en términos gráficos es de 10 cuando Davis se pasea, grácil, por estas planchas.
Desafortunadamente, si los defectos de forma habituales de Claremont podrían obviarse hasta cierto punto en ‘Lobezno‘ por el intento del guionista de salir de su zona de confort y asomarse a una variación considerable sobre el tebeo de superhéroes al uso, lo que aquí encontramos es, una y otra vez, tebeo de superhéroes al uso, con secuencias de diálogos que rara vez llevan a algo —salvo puntuales excepciones (apuntaría tal vez a Rachel Summers como la más efectiva de ellas—, recursos que ya se nos antojan manidos como la recuperación de uno de los villanos…¡del Capitán Britania de Alan Moore de principios de los 80! —unas historias que, en su mayoría, no han perdido vigencia— o secuencias de peleas de esas que los legos, y no tan legos, en la materia siempre han utilizado para arremeter contra los cómics de mutantes esgrimiendo afirmaciones como «son sólo interminables enfrentamientos más o menos bien dibujados en túneles que no tienen fin». Vale, aquí no hay túneles…no que yo recuerde, y en manos de Davis todo está dibujado de forma EXCELSA, pero, quitando eso, estamos ante un yermo de complicado tránsito que demuestra, que en torno a Claremont, cualquier tiempo pasado fue mejor…más o menos. ‘Nuff said!!!!!
Lobezno 1. Noches de Madripur
- Autores: Chris Claremont, John Buscema et al.
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 520 páginas
- Precio: 49,95 euros
La Imposible Patrulla-X 1. El fin de la historia
- Autores: Chris Claremont, Alan Davis y Olivier Coipel
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 160 páginas
- Precio: 20 euros
La Imposible Patrulla-x 2. La herida más cruel
- Autores: Chris Claremont, Alan Davis y Andy Park
- Editorial: Panini
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 160 páginas
- Precio: 20 euros