Muchas y muy variadas han sido las ocasiones en las que he arremetido contra ese experimento fallido que fueron las Nuevas 52 aduciendo razones que iban desde lo erróneo de su planteamiento de partida —que, entre otras cosas, nos ignoraba por completo a los lectores de siempre en favor de aquellos a los que se pretendía captar con la maniobra comercial— a lo ampliamente irregular y muy olvidable de la gran mayoría de sus cabeceras, series que no iban a ninguna parte, que cuando parecían ponerse medio interesantes caían en manos de equipos creativos que las arrastraban por el fango o que, habiendo arrancado más o menos en condiciones, terminaban entrando a formar parte del lodazal de mediocridad en el que retozaba feliz la editorial.
Pero también, como ya he dicho otras tantas veces, hubo en las Nuevas 52 un pequeño corpúsculo de títulos que lograron situarse por encima de la media y que, gracias sobre todo a los guionistas que se implicaron en ellas, conforman ahora que todo ha vuelto a la «normalidad» etapas muy dignas de ser revisadas o descubiertas. No son muchas, no creáis, de hecho, servidor sólo se quedaría con lo que puede contarse con una mano, a saber, y por estricto orden alfabético: el ‘Batman’ de Snyder y Capullo, ‘La Cosa del pantano’ de Snyder y Paquette, el ‘Flash’ de Manapul y Buccellatto, la ‘Liga de la Justicia’ de Johns, Lee, Reis y tantos otros y, por último, el ‘Wonder Woman’ de Azzarello y Chiang.
De entre todos ellos, es el que hoy nos ocupa, no el que brilla con más intensidad —ese sitio queda reservado, a mi modesto parecer, para el caballero oscuro— sino el que lo hace de forma más original y el que, sin pretender esconderlo, más mira hacia el pasado de la editorial, rescatando para sí aquél mítico momento en que Alan Moore marcó a fuego al personaje con una etapa que, sin lugar a dudas, se cuenta como uno de esos instantes puntales de la historia del noveno arte al que todo amante del medio debería acercarse, cual peregrinación a la Meca, una vez en su vida. Gracias a esa forma de entender que es respetando a los «ancestros» como se construye con mejor firmeza es que Scott Snyder logra con su estancia en ‘La Cosa del pantano’ agarrar al lector por las gónadas y mantenerlo al borde del abismo por el que discurre una serie en la que el horror aguarda a cada paso de página.
Consistente de principio a fin con esa decisión de que su paso por la cabecera quede enmarcado por el citado género, Snyder —que ha demostrado por activa y pasiva tener un don especial para transcribir el terror a viñetas— navega en las 520 páginas que conforman este «integral» con una fluidez pasmosa, y no es extraño sentarse a leer un rato y, al poco, darse cuenta que uno ha devorado una considerable cantidad de lo que el guionista va desplegando en una historia en la que es constante, por muy improbable que parezca, la sensación de que cualquier momento Alec Holland o su alter ego verde pueden perecer ante la potencia de las gargantuescas amenazas que el guionista va disponiendo en el camino del singular héroe.
Caracterizadas por un tono en el que subyace sin remisión un claro mensaje de conciencia ecológica —un mensaje que ya existía en los años 80 y que hoy, qué duda cabe, pesa con más intensidad sobre nuestros ánimos—, los dos grandes arcos argumentales que abren y cierran el año y medio de permanencia de Snyder en la colección son todo un muestrario de las magníficas capacidades del guionista y, por supuesto, del arte del dibujante que sobresale por encima de todos los que aquí se dan cita; Yanick Paquette. En la misma línea de lo que J.H.Williams III desarrollará casi en paralelo en las páginas de ‘Batwoman’, el trabajo de Paquette se aparta veloz del estándar del cómic de superhéroes, experimentando el estadounidense sobremanera con la estructura de la página y prescindiendo de forma masiva de la configuración clásica de viñetas rectangulares en aras de aportar un matiz mucho más orgánico a unas planchas que nos impactan y sobrecogen una y otra vez.
Unido a otros colegas como Jeff Lemire, Becky Cloonan o Franceso Francavilla, la parte gráfica de ‘La Cosa del pantano’ alcanza un maridaje impecable con los planteamientos de Snyder y lleva la colección, como decía al principio, no ya a las cotas más altas de calidad de lo que pudo encontrarse en las Nuevas 52 sino que, trascendiendo el momento editorial en el que tuvo el infortunio de aparecer, se establece como el segundo instante de mayor relevancia impresa que el personaje ha conocido a lo largo de su dilatada historia. Un hecho éste que, más que ningún otro que pueda citarse, habla de forma clara y concisa de la imperiosa necesidad de cualquier amante del cómic de hacerse con una copia de tan imprescindible volumen.
La Cosa del pantano
- Autores: Scott Snyder, Yanick Paquette y VVAA
- Editorial: ECC
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 520 páginas
- Precio: 38 euros en