Sí, en los mundos de ficción —y, lamentablemente, en la realidad— está muy bien ser protector pero ¿qué coste tiene eso para aquellos que se protegen? Una vez que quitas la capacidad de acción a los menos poderosos, te conviertes en una especie de colonizador, por muy benevolente que seas. Se pierde la democracia. Se pierde la cooperación. Se pierde la política. El poder es poder y su existencia no puede ser negada, pero aquellos que lo ostentan harían bien en entender que tiene que ser manejado en colaboración con esos que carecen de sus habilidades, escuchando lo que tienen que decir. Si no es así, los reprimidos siempre harán oir sus voces y alguien tendrán que pagar el precio.
Y aún así, esta lección no se nos presenta de manera paternalista, no detectándose en la voluntad de Waid y Ross el aleccionar sobre un asunto del que tienen todas las respuestas, dejando ambos mucho espacio para incluso discutir sus conclusiones si así lo queremos; aunque, honestamente, somos de los que creemos que dichas conclusiones son tremendamente sólidas y se han explorado muy poco en otras ficciones con superhéroes de protagonistas.
Esto no quiere decir que ‘Kingdom Come’ carezca de legado. Antes bien, como decíamos en una sección previa, ahí está ‘The Kingdom’, que exploró las vidas de algunos de los personajes que aquí se ven con más o menos fortuna pero, al no contar con la implicación de Ross, se terminó sintiendo como una más de tantas aproximaciones a universos alternativos antes que algo tan singular y único como aquello de lo que procedía. Afortunadamente, no hay que leer nada de esos sucedáneos para poder apreciar en toda su dimensión lo que ‘Kingdom Come’ ofrece: casi tres décadas más tarde, lo que Mark Waid y Alex Ross pusieron en pie, celebrando y criticando al género que ha conquistado el entretenimiento, sigue tanto o más vigente —e insuperable— que como era en el momento de su publicación original —os podéis imaginar cuál no es nuestra curiosidad ante la próxima aparición de los personajes de la miniserie en la cabecera regular de ‘Batman/Superman. World’s Finest’ que escribe, y no es casualidad, Mark Waid. Preguntaba la publicidad original «¿De quién se hará la voluntad?». Nuestra respuesta es clara: Hágase su voluntad, en la Tierra como en el cielo. La de Waid y Ross, claro. Amén.