La fragilidad de la niñez y cómo un pequeño asume la pérdida de alguien querido ya ha sido tratado más de una vez en el noveno arte. Ahí tenemos, sin ir más lejos, esa obra maestra de Émile Bravo que es ‘Mi mamá está en América‘, una maravilla que, a la que tengo ocasión, le recomiendo a cualquiera que quiera hacer un regalo irrepetible. Tratando el mismo tema, pero desde una óptica bien diferente, ‘Harvey‘ también busca hacerse un hueco en el corazón del lector pero de manera bien diferente al citado título del autor de ‘Diario de un ingenuo‘.
La principal diferencia entre uno y otro es que la calidez y afabilidad del dibujo de Bravo no es una caracterísitica que vayamos a encontrar en el trazo de Janice Nadeau, ni falta que hace. Planificado al milímetro en conjunción con Hervé Bouchard (guionista de la obra) las suaves acuarelas de la artista canadiense para ‘Harvey’ tienen mucho de explorar las fronteras del cómic y el significado que la página puede tener como entidad bien aislada, bien en perfecta sincronía con el resto de la lectura.
Derivado de esta continua exploración encontramos un volumen que juega de forma constante con las formas, con la limitada paleta de colores con la que se caracteriza y, sobre todo, con la composición, aproximándose Nadeau al relato ora desde una óptica muy cinematográfica (el arranque de la lectura, con ese travelling hacia el pueblo donde vive Harvey) ora desde el uso de la metáfora visual como elemento transmisor de sentimientos e ideas.
En este último sentido es donde ‘Harvey’ alcanza su más sólida dimensión, comunicando Nadeau a través del dibujo lo que la palabra se mostraría incapaz de aportar. Geniales resultan así las dos secuencias de páginas que, planteadas de similar forma, dimanan muy diferentes conclusiones: mientras que para un adulto la asunción del dolor por la pérdida significa quedarse sólo (y así lo vemos en lo que a la madre del protagonista respecta) para un niño implica desaparecer él mientras los demás permanecen.
Esta idea, la más potente que se deriva de la lectura, queda reforzada por esa suerte de justificación de la misma que Bouchard pone en boca de su personaje principal cuando éste narra al lector un resumen de su película favorita ‘El increíble hombre menguante‘, el clásico de serie B de 1957 dirigido por Jack Arnold. Comparando a su personaje con Scott Carey (Carré en el cómic), el hombre que mengua hasta desaparecer de la faz de la Tierra, Bouchard logra que la historia adquiera dimensiones filosóficas atadas, de forma indeleble, a lo que el lector sea capaz de aportar de su propia cosecha.
- Autores: Hervé Bouchard y Janice Nadeau
- Editorial: Sins entido
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 172
- Precio: 24 euros