‘El ratón acorralado que soñaba con queso’, el detective y el oficinista

Aunque la imagen del adolescente de uniforme colorado hasta las cejas, con tendencia a meter la pata hasta la ingle y confuso en pleno despertar hormonal ya es por derecho propio parte del imaginario colectivo el boys love, no es patrimonio suyo en absoluto. Historias como el retorcido ‘Jealousy‘ o ‘Pájaro que trina no vuela‘, han sabido fusionar romance y género Yakuza pero no hace falta aproximarse a la temida mafia nipona para encontrar historias de parejas de hombres que caen rendidos al hechizo de Cupido (y la lujuria más salvaje, también hay que decirlo) y que incluso tras varias parejas femeninas descubren el amor en su propio vestuario por primera vez. Pero en el caso de ‘El ratón acorralado que soñaba con queso’ nos encontramos ante un original punto de partida que hará de esta una relación no precisamente sencilla.

La mujer de Kyoichi sospecha que su esposo la engaña y decide contratar a un investigador privado, Imagase, pero esta no es la historia de sus pesquisas ya que pronto este le confirmará no debe preocuparse…pero no porque este sea inocente sino porque aunque ella no no lo sepa su marido es su amor platónico de la universidad y éste ha prometido soltar prenda sobre las infidelidades descubiertas. Aunque no estamos ante un gesto desinteresado por los viejos tiempos, sino que el detective está chantajeando a Kyoichi no a cambio de dinero sino de su cuerpo. De poco servirá ya que pronto la pareja se divorciará y este será el detonante de la siguiente jugada de Imagase, que intentará que el objeto de su amor le corresponda. Comenzará así un juego de amor-odio, en más de una ocasión lindando el acoso, que trastocará por completo los principios de un hombre que sólo se siente atraído por las mujeres pero que comenzará a ver a su antiguo compañero, un auténtico romántico en el fondo, de otra manera.

Una relación como la que plantea ‘El ratón acorralado que soñaba con el queso’ resulta compleja, lejos de otras propuestas erótico-festivas como la surrealista ‘Happy kuso life‘. Muy cerca de esos lazos tóxicos que sumen a esta pareja en ese «ni contigo ni sin ti» que amenaza con destruirlos casi continuamente mientras se interrelacionan con otros personajes que desconocen el vínculo entre ellos, este cómic renuncia a los toques de humor tan populares en la mayoría del BL en pro del componente emocional puro y duro. Dejando de lado la misoginia que manifiestan los personajes (el concepto de mujer de los protagonistas como una persona que pasa mucho tiempo arreglándose y cuya realización en la vida es ocuparse de la casa y tener hijos, como vemos en esa fantasía de Imagase de que haría si fuese una chica es sencillamente de traca) este manga resulta original en su presentación de unas personas  que se enfrentan a una relación inesperada en la que los sueños de uno chocan con el otro, y consigue salir airosa con un planteamiento con más de un matiz discutible a nivel ético, pero que triunfa en su vertiente dramática.

El tomo se completa con la secuela de esta obra, ‘La carpa en la tabla de cortar salta dos veces’, que nos muestra el destino de nuestros protagonistas tiempo después de haber tomado una importante decisión sobre su relación, y que mantiene ese equilibrio entre romanticismo y toxicidad de la historia principal, y dos historias cortas que funcionan perfectamente como precuela y epílogo del conjunto.

Una obra que sin contar con un diseño de personajes tan estético como el de otros compañeros de género manga si demuestra un buen dominio de la narración y sabe sacar partido de los contados detalles y fondos. Simple, pero eficaz a nivel estético este es uno de esos cómics que somete su apartado visual a la fuerza de un guión que se absorbe con acidez.