COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

DC tiene color METAL

Desde que DC publicara ‘Crisis en Tierras Infinitas‘ allá por 1985, todos los eventos anuales que han jalonado la historia de la editorial hasta el día de hoy han intentado una y otra vez lo mismo desde muy diferentes aproximaciones: lograr que cada uno de ellos sea más que el anterior. Más grande. Más épico. Con más repercusiones. Más. SIEMPRE MÁS. Tanto si no sois seguidores de la continuidad de DC —si ese es el caso permitidme preguntaros ¿qué hacéis leyendo esto?— como si, especialmente, lo sois, no cuesta nada imaginar que en esa perpetua huida hacia delante por el giro definitivo, el final que deje con el culo roto a todo lector que a él se aproxime, el evento que, ahora sí, lo cambie todo para cambiarlo todo —y no para dejarlo todo más o menos igual— ha habido lugar para una miriada de posibilidades, algunas muy buenas, otras la mar de deleznables, que han dejado claro entre otras muchas cosas, al menos en lo que en opinión de este redactor respecta, que DC —como Marvel— necesitaría, y de manera urgente, un reseteo completo, un proceso de tabula rasa sin miramientos que reiniciara por completo su universo, que hiciera limpieza en todos y cada uno de sus rincones, que se deshiciera de toda la paja que acumula tras décadas de publicaciones fallidas y que, tras él, fuera capaz de presentarse de nuevo ante los lectores como el mejor ejemplo de lo que un universo cohesivo de personajes más grandes que la vida puede ofrecer a los lectores.

Sí, lo sé, alguno estará pensando que eso es lo que hicieron con las Nuevas 52 y mira cómo les salió. Pero si eso pensáis supongo que colegiréis conmigo, no ya en la monumental cagada que fueron las Nuevas 52, sino en que, por la razón que fuera, a las cabezas pensantes de la editorial les puedo el miedo y ese punto y a parte que supusieron aquellos cinco años tras el ‘Flashpoint‘ no fueron lo que yo estoy proponiendo, quedándose a medio gas y teniendo que, finalmente, recular con el rabo entre las piernas. Porque abrir la puerta a ilimitadas posibilidades y cagarla con los mismos errores no era el reinicio que queríamos. Porque alguien debería darse cuenta que, incluso bajo una mentalidad completamente mercantilista, más no es siempre más, sino muchas veces menos. Y porque, sinceramente, ochenta y cinco años de universo ya son suficientes como para plantearse borrón y cuenta nueva.

Después de tamaña exégesis por mi parte —mis disculpas— alguno intuirá que ahora es cuando digo que ‘Metal‘, el arranque del MUY ambicioso plan de Scott Snyder para DC, entra dentro de esos fallos que la editorial ha ido acumulando o, en el opuesto del espectro, es un evento que raya en lo imprescindible cuando no entra de lleno en lo mejor que ha sido publicado en el seno de la Distinguida Competencia. Pues ni uno ni otro, sino todo lo contrario…Disculpad, no he podido resistirlo. Lo que en realidad quería decir es que ni un ni otro extremo, que los grises son muy necesarios y, dependiendo a lo que tengamos que atender, y nunca en términos generales, lo que Snyder y Greg Capullo ofrecieron en esta miniserie se mueve entre lo muy apreciable, lo pasable…o lo ininteligible.

Algunas de las críticas que mas se han repetido con respecto al guionista a lo largo de los años, diría que desde que se hiciera cargo del Batman de las Nuevas 52 allá por 2011, es que sus ideas rezuman épica pero venden humo al aterrizar sobre el papel y que entre sus habilidades no se cuentan el definir bien a los personajes o el ser claro en el desarrollo de sus historias. De todo ello hay puntuales muestras en una ‘Metal’ que se postula temprana como una re-definición del Universo DC a través de la introducción de ciertos metales que, supuestamente, llevan existiendo en el mismo desde tiempos remotos. Ya esta premisa, con los metales —y el metal N— como McGuffin que articula gran parte del entramado, se siente considerablemente endeble. Y no porque Snyder no eche mano de la idea a cada ocasión que le es propicia para así respaldarla, sino porque, a ver, en serio ¿unos metales que son fundamentales en la estructura del universo? No sé, en las tres o cuatro veces que he leído la miniserie siempre me ha parecido que, de no ser por todo lo que la rodea, el cimiento hubiera fallado estrepitosamente en sostener el conjunto.

Decíamos que lo de que los personajes tengan voz propia tampoco es fuerte en Snyder, pero quizás ‘Metal’ no sea el mejor indicador de ello, no porque aquí estén bien definidos, sino porque, en su vocación de historia coral con TODA la Liga de la Justicia y algún que otro añadido paseando palmito por las páginas, resulta complicado que alguno de ellos —por más que Batman sea actor fundamental de la función y la voz de Hawkman elemento de aparición recurrente y en cierto modo hilo conductor del conjunto— destaque por encima de los demás o que, en última instancia, sus contadas intervenciones añadan algo a lo que ya sabemos de cada uno. Porque, y eso es denominador común a estas alturas, cuando uno lee a Batman, Superman, Wonder Woman, Linterna Verde, Mr. Terrific, Aquaman o cualquier otro personaje puntal del Universo DC, ya tiene una idea tan preconcebida en su cabeza que resulta complicado alterarla, máxime si, insistimos, sus intervenciones son limitadas.

Es por ello que, como primer hallazgo de consideración de ‘Metal’ hemos de señalar la creación del Batman que ríe, esa versión alternativa de Bruce Wayne que, adalid de las huestes de Barbatos, la entidad que ha espoleado la destrucción de incontables mundos y que viene al nuestro a reclamar al Batman «original» y a hundir nuestro planeta en la oscuridad (sic), es mucho más antítesis del caballero oscuro que lo que cualquier encarnación del Joker lo haya sido jamás…por ser mezcla de ambos, héroe y villano. Dejando de lado que esos bocadillos negros con letras en rojo hay veces que lo pone difícil a nuestra vista para poder distinguir lo que diantres se dice en ellos, el Batman que ríe es un personaje de instantáneo éxito que, desde su posición de reverso tenebroso de la luz del señor de la noche, deviene en el enemigo definitivo del protector de Gotham. Además, su diseño, que recuerda poderosamente al que las gentes de Weta vinieron en inventar para la Boca de Sauron en ‘El retorno del Rey‘ de Peter Jackson, es de esos que, por su simplicidad, convence sin estridencias.

Tanto es así, que DC no tardará en ver el filón que supone tan malévolo personaje y, desde la aparición de ‘Metal’ lo ha ido aprovechando en diversas ocasiones, tres de las cuales quedan recogidas en ‘El Batman que Ríe: Metal‘, grueso recopilatorio que nos ofrece tres puntos de vista sobre el personaje: el muy anodino y prescindible que supone la miniserie de siete números completamente centrada en el personaje y de la que no podemos salvar ni el guión de Snyder ni la confusa narrativa que Jock gasta para la ocasión; lo efectivo, a secas, del crossover ‘Se alza el infierno‘, responsabilidad de James Tynion IV y Steve Epting que cumple en su función de hacer cositas con los villanos pero que tan pronto se lee, se olvida; y lo espléndido que Joshua Williamson y un ESPECTACULAR David Marquez llevan a cabo en el arranque de ‘Batman-Superman: Los mejores del mundo‘, primer volumen de la nueva encarnación de una cabecera que en sus tres volúmenes iniciales se moverá siempre en términos geniales y que, teniendo en cuenta el listón que dejan, no sólo Marquez, sino el magnífico heredero que encuentra éste en Nick Derrington o la dupla Gene Luang Yang e Ivan Reis, aún llegará a más en lo que Mark Waid y Dan Mora están haciendo ahora mismo con ella.

Volviendo a ‘Metal’, y trascendiendo aquello que en personajes es lo mejor que puede ofrecer el evento, no cabe desmerecer la forma en la que Snyder, apoyándose en esa endeblez que, creemos, atesora su cimiento, construye un circo de siete pistas que no ofrece descanso al lector, arropando todo bajo un sentido de la épica que, al menos a nosotros, nos convence, y mucho: bien es cierto que sus giros, obligados recursos para terminar cada número con el inevitable cliffhanger, se ven venir un poco de lejos —no todos, pero sí la mayoría—, pero asumiendo que eso pasa en la inmensa mayoría del tebeo de superhéroes de hoy en día con muy, muy pocas excepciones, hay que reconocer que cuando Snyder «se mola» suele salir airoso del paso, y la escala universal a la que aquí se accede —que se verá incluso superada por lo que leeremos durante su ‘Justice League’ o, por supuesto, cuando de fin a ese ambicioso plan que decíamos al comienzo con toda la contundencia de que es capaz con ‘Death Metal‘—, salvo contados y algo ininteligibles instantes, es de esas que deja boquiabierto.

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Si lo hace, claro está, es porque para dar validez a todas y cada una de las ideas con las que el guionista trufa la acción de ‘Metal’, tiene a su lado a un Greg Capullo inabarcable. De hecho, os dejamos aquí con lo que sobre él escribíamos en la reseña de ‘Death Metal’ porque, creemos, poco más puede decirse acerca de su trabajo:

El que fuera alumno aventajado de Todd McFarlane tiempo ha superó las lecciones de su antiguo mentor, y no hay mejor muestra que lo sumamente trabajado de las páginas que conforman la serie, caracterizadas por el gusto por el detalle y lo magnífico de los diseños que caracterizan al artista yanqui: sus intrincados lápices, engalanados en grado sumo por el ajustado entintado de Jonathan Glapion —en uno de esos tándems que son punteros dentro de la maquinaria estadounidense de hacer tebeos—, sirven con precisión a las muchas ideas que Snyder pone en jaque (…)

‘Noches Oscuras. Death Metal vol.1’, una CRISIS, pero de otra manera

Nada queda ya que poder comentaros salvo rematar con la firme recomendación de que os hagáis, al menos, con el volumen de lujo con el que ECC recoge ‘Metal’ y completéis lo que en él se ofrece con la estancia de Snyder en la Liga de la Justicia y el cierre del ‘Death Metal’. Visto en conjunto, y con la perspectiva que da el tiempo, creemos que no hay otro mega-arco argumental que, en los últimos cuarenta años, esté a la altura de lo que aquí plantea el guionista. Sobre el otro volumen no nos pronunciamos porque, como hemos dicho más arriba, sólo nos convence de pleno el tramo final. Cuestión de gustos.

El Batman que Ríe: Metal

  • Autores:VVAA
  • Editorial: ECC Ediciones
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 488 páginas
  • Precio: 52.50 euros
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Noches Oscuras: Metal

  • Autores:Scott Snyder y Greg Capullo
  • Editorial: ECC Ediciones
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 368 páginas
  • Precio: 43.50 euros

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