COMIC SCENE: Las Lecturas de Fancueva
V. Kingdom Come

‘Conan Rey: La Etapa Marvel Original 1’, ¡¡más cimmerio, por Crom!!

Hay algo que nunca terminaré de entender en la constante e inagotable fascinación del noveno arte por Conan. No me malinterpretéis, a mi manera, la creación de Robert E. Howard siempre me ha encandilado, pero mis filias se dirigen más a las novelas del literato estadounidense y a la cinta dirigida en 1981 por John Millius, encontrando, como creo haber afirmado en alguna ocasión, contados lugares en el mundo de la viñeta en los que, realmente, he podido gozar de lo lindo con los mandobles del cimmerio. Mi incomprensión pasa, fundamentalmente, porque, salvo esos ejemplos que no voy a volver a citar para no resultar reiterativo, siempre me ha parecido que lo que he leído, en las diversas iteraciones de las aventuras del héroe, no pasan de ser aventuras formulaicas que responden a un muy limitado número de esquemas que se varían de muy insignificantes formar para seguir publicando historias del personaje. Cierto es que, aquí y allá, esas variaciones funcionan y dan, entonces, con aquellos lugares de Hyborea a los que mola asomarse, pero son los menos en un inmenso mapa que, como lo que encontramos aquí, en este muy grueso volumen que nos ofrece Panini, gira constantemente alrededor de los tropos que, seguro, ya conocéis más que de sobra si del bárbaro por excelencia estamos hablando.

Quizá la particularidad más singular del presente Omnibus es que, a lo largo de sus 19 números, se den aquí cita tres guionistas que, a su manera, entienden al personaje y su universo desde una óptica que, sin ser radicalmente distinta, si que determina la mayor o menor fortuna a la hora de poder valorarlas. En los primeros ocho números tenemos a Roy Thomas, el legendario Roy Thomas, un nombre del que no hay que decir nada, sobre todo si a historia de Conan en viñetas se refiere y que, aquí, adapta el décimo libro de ‘Conan el vengador‘ y el undécimo de ‘Conan de Aquilonia‘, novelas publicadas durante los setenta que, por la razón que sea, se ordenan aquí al revés de cómo aparecieron originalmente, restando algo de efectividad al conjunto del que dimanan máxime cuando son historias del Conan Rey bastante potentes que no ganan en absoluto con la mayor extensión que se le da en las páginas de un tebeo que tiende a prolongarlas innecesariamente.

Afortunadamente, para suplir las carencias de un Thomas inspirado lo justo, este arranque de ‘Conan Rey’ cuenta con otro de esos nombres que no necesita presentación, ni fuera ni sobre todo dentro de las fronteras de la Hyborea en narrativa secuencial: John Buscema. La agilidad de los lápices del legendario dibujante y lo característico de su visión de Conan y el mundo que lo rodea hacen de este primer tramo de la cabecera —y por ende del Ómnibus— una gozada para los que tengan al artista en alta estima. Sinceramente, nunca he sido uno de esos pero, al César lo que es del César: lo que Buscema consigue en sus planchas, tanto de manera aislada como si se le compara con los recodos que recorre después el volumen, es de una altura considerable.

Fuera Thomas, es el turno de Doug Moench de convencernos de que su voz es igualmente adecuada para con las aventuras de Conan. Siendo honestos, aunque las historias que imagina el guionista son buenos relatos de espada y brujería, no son capaces de desprenderse de la sombra de «monstruo de la semana», olvidándose Moench de la continuidad e ignorando a los sospechosos habituales de la «familia Conan». La salida de Thomas también implica, después de un número 9 dibujado con muy poco tino, la de Buscema, y ni la burda copia del estilo de éste que es Ernie Chan, ni los que le siguen, logran que nos zafemos de la sensación de que, sin él, esto no es Conan. Una sensación que, además, aumenta de manera muy abrupta cuando entra en juego un Marc Silvestri —aquí acreditado, curiosamente, como Mark— bisoño al que aún le falta muchísimo recorrido para alcanzar al artista que llegará a ser, da igual que nos estemos refiriendo a la hierática narrativa como a lo rígido de su trazo.

Y llegamos así al cuarteto de números finales, con Alan Zelenetz como capitán al mando de unos guiones que, al menos en lo que a nosotros respecta, funcionan algo mejor en lo que se refiere a contar historias de Conan como rey. Arranca así, pero el espejismo dura poco tiempo y en breve tenemos a Conan luchando contra esclavistas y piratas. No es que sean «malos» relatos, pero usan lugares demasiado comunes de la producción de Howard, y de todo lo que vino después, como para hacernos arquear una ceja. Tampoco ayuda, aquí menos que en todo lo anterior, que de Silvestri volvamos a un Buscema en plena forma para, después, ir a un tal Rudy Nebres que «ni fú ni fá» antes de que, para cerrar, tengamos de nuevo a Silvestri ante nosotros.

Queda así este primer Ómnibus de ‘Conan Rey’ como una ensalada demasiado variada de elementos que no maridan del todo bien entre sí. Una que, además, se siente de digestión innecesariamente prolongada por la excesiva duración de cada número —cerca de cuarenta páginas para lo que se cuenta en la mayoría de relatos es demasiado, se mire como se mire— y que, además, no juega en favor de restar intensidad a ese argumento inicial de que esto no es más que lo que uno espera sabe que se va a encontrar en las páginas, no ya de ‘Conan Rey‘ sino de cualquier tebeo de Conan al uso. Ya dependerá de vosotros, obviamente, el que ese «Conan al uso» sea uno que os haga vibrar o, como pasa por aquí, uno que os deja completamente indiferentes.

Conan Rey: La Etapa Marvel Original 1

  • Autores: VVAA
  • Editorial: Panini
  • Encuadernación: Cartoné
  • Páginas: 776 páginas
  • Precio: 60 euros

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