Brian Wood no es vikingo. A ver, a saber que ascendencia tiene el escritor si rascamos un poco en su árbol genealógico pero, sin posibilidad de llevar a cabo tal cosa, nos tenemos que quedar en que el guionista nació en Essex y es estadounidense de pura cepa. Pero a efectos de esta entrada, y dada su trayectoria, me apetece calificar así a un escritor que casi todo el mundo reconoce merced a su incursión en tierras nórdicas con ‘Northlanders’ —o, más recientemente, de mano de la espléndida ‘El camino negro’—. Bajo esa cualidad, que el indómito y salvaje carácter del artífice de ‘DMZ’ o ‘The Massive’ —indómito y salvaje en lo que de él se refleja en sus textos, claro, que a saber si el buen hombre es un tipo la mar de pacífico— terminara recalando en el primer lustro de la presente década en las páginas del ‘Conan’ de Dark Horse que habían iniciado su andadura de manos de Kurt Busiek fue, ante todo, una decisión profesional de lo más natural.
Una decisión que, de hecho, a la luz de lo que aquí podemos leer, se muestra cuanto menos portentosa cuando, mediante la adaptación de ‘La reina de la costa negra’, uno de los relatos más conocidos del Conan de Robert E.Howard, Wood consigue dotar al bárbaro más famoso de la historia de la literatura, el cómic y el cine de una voz que, respetuosa con la que le insuflara su creador allá por los años treinta del siglo pasado, se siente como propia y entronca de lleno en los intereses narrativos del guionista.
Para corroborar este punto, sólo habría que atender al arco argumental en el que Conan y Bêlit van a dar con sus huesos en Cimmeria, la región norteña de la que es oriundo el bárbaro y un marco idóneo para que Wood de rienda suelta a sus filias con el mundo vikingo y trace una aventura que llevara al personaje que hiciera famoso a Arnold Schwarzenegger a enfrentarse con un misterioso y despiadado asesino que siembra el terror en la región bajo el nombre del protagonista: si no nos dijeran que el personaje central de dicha aventura es el bárbaro por excelencia, bien podríamos creernos que lo que estamos leyendo es un capítulo nunca publicado de ‘Northlanders’, algo que ya afirmábamos sobre ‘El camino negro’ y que viene a demostrar, mejor que ninguna otra disquisición, lo mucho que Wood le debe a la serie de Vértigo.
Más no es la aventura en Cimmeria —en la que podemos disfrutar del bello arte de Becky Cloonan— la única que nos hace vibrar de cuantas se saca de la chistera Brian Wood. Porque, aclaremos, aunque el escritor utiliza de sujeta-libros de su estancia en el personaje el relato original de Howard, éste sólo da para un puñado muy reducido de los 25 números que recopila aquí Planeta Cómic, los que corresponden al arranque y al elegíaco final de la saga, y es de la cosecha de Wood todo un grueso que muchas veces, por las cualidades de las que se arropa su prosa, diríase texto apócrifo del mismísimo creador de Conan: rebosante de esas descripciones tan concisas y de ese tono seco, áspero y visceral, de ese talante rabioso e iracundo que tan bien caracterizaba al estilo del literato tejano, lo que Wood consigue entronca con la mejor tradición de lo que otros antes que él como Roy Thomas o el antes citado Kurt Busiek lograron en su momento, perpetuar el legado de Howard hasta tal punto de hacerlo suyo y conseguir que sea muy complicado distinguir dónde acaba el Conan literario y dónde comienza el tebeístico.
Para conseguirlo, Wood echa mano de un arsenal de recursos que van encontrando desigual respuesta en un equipo de artistas de lo más variopinto. A la cabeza del mismo en cuanto a los resultados que saltan a la vista, servidor situaría a tres nombres: la ya citada Becky Cloonan, cuyo estilo amable se muestra sorprendentemente adecuado para lo que el guionista va desarrollando; un Declan Shalvey que, aún a cierta distancia de lo que le podremos leer años más tarde en ‘Injection’ o ‘Moon Knight’ ya da muestras de un total dominio de la narrativa secuencial y el que, a mi parecer, consigue las mejores páginas de todo el volumen, Paul Azaceta. Cualquiera que haya leído la soberbia ‘Outcast’ sabe de las dotes del artista para la caracterización y para dotar de una sombría atmósfera a sus planchas, y es dicha atmósfera la que mejor sirve a las intenciones de la parte del relato que le toca ilustrar.
Con lo anterior no quiero menospreciar la espléndida labor de otros nombres como Leandro Fernández, Davide Gianfelice o un espléndido Mirko Colak, pero creo que, de haber contado sólo con los tres dibujantes citados en el párrafo anterior, en lugar de estar hablando de un tebeo notable a nivel gráfico, lo estaríamos haciendo de uno sobresaliente. De lo que no cabe duda es de que dicha calificación se le queda corta por momentos a Brian Wood y que su Conan es, de manera categórica e incuestionable, uno de los que mejor han sabido entender al personaje de cuantos guionistas han pasado por su ficticia vida a lo largo de las últimas cuatro décadas. Considerando la inmensa cantidad de nombres que Conan aglutina ya a sus espaldas, no se me ocurre mejor piropo para una lectura que se consume con suma voracidad y que, desde ya, se sitúa entre mis tres aproximaciones favoritas al padre de la fantasía heroica.
Conan de Brian Wood (Integral)
- Autores: Brian Wood et al.
- Editorial: Planeta Cómic
- Encuadernación: Cartoné
- Páginas: 592 páginas
- Precio: 33,25 euros en